Columna


No perder la esperanza

JAIME BONET

13 de agosto de 2017 12:00 AM

Cuando creemos que la situación de la ciudad tocó fondo, ocurren hechos que hacen pensar que el hueco es muy hondo y seguimos bajando. La crisis política actual lleva al pesimismo y a creer que no hay solución. Para muchos, la elección popular es lo peor que le pasó a la ciudad debido a las prácticas electorales locales.

A pesar de que muchos me dicen que la evidencia no respalda mi optimismo moderado, insisto en que lo último que podemos perder es la esperanza y debemos mantener la confianza de que las cosas pueden cambiar.

Desde hace veinte años resido en Cartagena y estoy muy agradecido de las oportunidades que la ciudad me brinda. Aquí me casé, nacieron mis hijos y me gustaría envejecer y morir. Por esto anhelo una ciudad que ofrezca una mejor calidad de vida a todos sus residentes y con un desarrollo económico y social en armonía con su medio ambiente. Me niego a perder la esperanza de ver a esa Cartagena que deseo y espero que esta sea una aspiración colectiva.

Aunque muchos no quieran ver los avances de la ciudad, estos veinte años me han permitido ser testigo de algunos. De aquella Cartagena a la que llegué a la actual hay una gran distancia. Era, por ejemplo, una ciudad con pocos centros comerciales y salas de cine, con un sector productivo relativamente estancado y un centro histórico en malas condiciones. Debemos reconocer que hay una clase media más grande y, aunque no crean, el porcentaje de población en pobreza se redujo en casi la mitad. Por supuesto, aún tenemos muchos cartageneros en condiciones deplorables y viviendo en una alta informalidad por quienes hay que trabajar.

La gran mayoría de las mejoras vienen de una mayor inversión privada que, bajo el impulso del buen desempeño de la economía colombiana en el pasado, tomó ventaja de una bahía sin problemas de calado y de unos atractivos turísticos apetecidos por nacionales y extranjeros. Esto resulta a pesar de tener un sector público que realiza un gasto ineficiente y poco transparente. A veces el sector privado se acomoda a las malas prácticas públicas y solo se preocupa por sus balances financieros.

Creo que es posible cambiar con buenas políticas públicas y más transparencia, y que existen cartageneros honestos y trabajadores que pueden hacer ese cambio y me niego a creer que tenemos un problema cultural que nos impide salir adelante. En todas partes hay ciclos de auge y retroceso, hay que encontrar el cambio en la tendencia y, quizá, esta crisis puede ser ese punto de quiebre. No hay que perder la esperanza.    

jbonetmo@banrep.gov.co

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