Columna


No es asunto de identidad

EDWIN SALCEDO VÁSQUEZ

31 de julio de 2014 12:02 AM

Para representar a las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales en el Congreso de la República, no basta con identificarse como de este grupo étnico; así mismo, tampoco es suficiente ser fenotipicamente negro o disfrazarse de raza negra.

El Consejo Superior de la Judicatura emitió una medida cautelar deteniendo la posesión de los electos Representantes a la Cámara por la circunscripción especial de comunidades negras, María del Socorro Bustamente y Moisés Orozco Vicuña. Es un indicio de que la justicia colombiana reconocerá en firme que hubo un manejo inapropiado de esta representación política por parte de políticos tradicionales que no representan los intereses de este grupo étnico. No obstante, me anticipo a cualquier fallo para expresar lo que creo de este exabrupto y de la circunscripción especial afro.

La responsabilidad no debe caer solo sobre los candidatos electos, también sobre la comunidad afrocolombiana y del mismo Estado. En los primeros porque otorgaron el aval a los candidatos, y el segundo, porque no reguló con rigor para prevenir que personas no afros usurparan dichos espacios.

Desde la existencia de la circunscripción especial afro, los únicos negros que merecieron esas curules fueron Zulia Mena y Agustín Valencia, que venían trabajando durante muchos años los procesos organizativos, políticos y culturales en comunidades negras del Pacífico. Luego entraron deportistas reconocidos y políticos tradicionales de tez negra, pero que poco o ningún trabajo organizativo, social, político y cultural tenían en estas comunidades. Rescato el esfuerzo de María Isabel Urrutia, quien en su segundo término como Representante a la Cámara se enfocó en trabajar por el desarrollo de estas comunidades. Por lo demás, desprestigiaron el espíritu por el cual se crearon estos espacios de representación. Lo mejor que se puede hacer es abolir la circunscripción especial afro, y si el Estado colombiano quiere que las comunidades afrocolombianas, palenqueras y raizales tengan representación política real, deberá recurrir a otros mecanismos donde las comunidades negras --el 10,6% de la población colombiana-- tengan una representación proporcional en el Congreso, así como en las asambleas y concejos en los departamentos y ciudades con población afrocolombiana.

Se notan en toda esta situación las fallas del sistema electoral colombiano y de los partidos, pero hay que reconocer que satisface la medida cautelar que paró la decadencia y desprestigio de estas curules afrocolombianas. Quizás podamos lograr que en Colombia se practique una democracia más efectiva, donde todos los grupos poblacionales tengan representación política.

*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para una mayor variedad de opiniones.

edwin.salcedo@hotmail.es

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