“Sé que todos estaban ovacionándola a ella y siento mucho que haya terminado así”, fueron las palabras de la japonesa Naomi Osaka luego de ganar su primer Grand Slam de tenis femenino en el torneo US Open 2018 de Nueva York contra su ídolo, y además, favorita del público presente, la norteamericana Serena Williams. Esta, salida de casillas al ver que se le salía el trofeo de las manos, reprendió exageradamente al árbitro y le exige disculparse con ella por sancionarla durante el partido, arruinando así la celebración del triunfo de la japonesa de apenas 20 años de edad.
Al recibir la joven Osaka el premio, la audiencia la abuchea, y ella no para de llorar, en parte de alegría, pero sobre todo por decepcionar a la fanaticada de Williams. Esta última recapacita, le pasa el brazo a Osaka y le pide al público dejar de abuchearla. Este incidente me hizo pensar en cómo los seres humanos podemos llegar a niveles superiores de evolución y convertirnos en superhombres, o por el contrario perder a veces y por momentos, nuestra esencia humana.
La superioridad no se alcanza al sentirnos más o mejores que otros, porque eso nos lleva, en la mayoría de los casos, a ser arrogantes. Por el contrario, la grandeza se demuestra cuando a pesar de sus éxitos, no sienten que su felicidad es completa si quienes están a su alrededor sufren, tal y como lo demostró con lágrimas Naomi Osaka, a las cuales respondió Williams con generosidad.
Cuánto bien nos haría tener a cientos de personas como esta joven tenista en todos los escenarios de juego de la sociedad cartagenera. Imagino que buena parte de nuestra clase dirigente, que influye en las decisiones políticas, sociales y económicas de la ciudad, podría dejar de acumular tanto poder, riqueza y fortuna, a costa del bienestar de tantos otros, vulnerables e indefensos.
Me pregunto muchas veces si sentirán satisfacción al tener que transitar por las mismas calles llenas de huecos que todos transitamos, construidas con pésima calidad, solo para seguir adjudicando el contrato a los mismos contratistas de siempre y poder recibir una buena tajada de dinero. ¿No temen que a sus hijos también les roben la bicicleta, el maletín o el celular en el barrio porque quienes hurtan muchas veces lo hacen para poderles dar de comer a sus hijos, ya que tampoco el colegio se los provee? Y aún peor, ¿no saben que en una emergencia de salud tendrán que acudir a los hospitales que tenemos, con los aparatos dañados u obsoletos porque el desfalco en el sistema no alcanza muchas veces ni para pagarles a enfermeras y médicos?
Espero que en un futuro cercano y antes de que sea demasiado tarde, el egoísmo, la indiferencia e indolencia se transformen en valores como la compasión, la integridad y el respeto por lo humano, para que evolucionemos cada vez más hacia una cultura de equidad. Bravo por Naomi Osaka, le dio una gran lección a la poderosa Serena Willliams, quien la entendió, pero también al mundo entero, de que triunfar significa mucho más que ganar.
*Rotaremos este espacio para mayor variedad de opiniones.
veljaiek@andi.com.co
*Gerente general ANDI Seccional Bolívar.
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