Columna


Mujeres y reinados

AYLIN PÉREZ CARRASCAL

15 de septiembre de 2017 12:00 AM

Muchos recordamos, en Los funerales de la Mamá Grande, de García Márquez, el momento en que se acercan los vientos novembrinos del reinado local. “Desfilaban las reinas nacionales de todas las cosas habidas y por haber. Por primera vez desprovistas de esplendor terrenal, allí pasaron, precedidas de la reina universal, la reina del mango de hilacha, la reina de la ahuyama verde, la reina del guineo manzano, la reina de la yuca harinosa, la reina de la guayaba perulera, la reina del coco de agua, la reina del frijol de cabecita negra (…) y todas las que se omiten por no hacer interminables estas crónicas”.

Causaría extrañeza si a García Márquez se le hubiese olvidado aludir a expresiones tan exaltadas y polémicas como los reinados de “belleza”, más en un país donde proliferan tanto como las frutas o las flores. Allí estuve yo, cumpliendo como reina en varios concursos, fuera en representación del país “más feliz del mundo”, de la ciudad “mágica y fantástica”, o del barrio popular y periférico donde viví mi adolescencia.

Desde las tarimas y el gozón, desde la estética y la elegancia, desde los aplausos y los halagos, incluyendo la politiquería y la comercialización, te percatas de la necesidad de redefinir los reinados. Estos escenarios convierten a la mujer en objeto de espectáculo y en la carnada perfecta de un público heterosexual y machista, pero también en portadora del disfrute de un barrio que celebra y vive un concurso, que bien o mal funciona como plataforma de “visibilización” en una ciudad que brinda pocos espacios de inclusión cuando eres mujer, negra, joven y del “populacho”.

Desde este concurso que lleva por nombre Reinado de Independencia se debe dar ejemplo de construcción de una mujer empoderada, libre y aliada al espíritu emancipado, heroico e independentista de aquel 11 de noviembre de 1811. El reinado debe aprovechar las capacidades de liderazgo de las jóvenes mujeres y revertirlos después del evento como vehículo de desarrollo comunitario.

En vísperas de ser aprobadas las Fiestas de la Independencia como Patrimonio Cultural de la Nación, el Reinado de la Independencia debería jugar papel central en el Plan Especial de Salvaguardia, proyectándolo como un espacio de inclusión y reconocimiento que reivindique el papel de la mujer en la sociedad local.

Esto implicará abrir espacios de debate y de acciones para que el reinado se convierta, más allá de la exaltación de lo bello y lo esbelto, en una posibilidad de desarrollo de capacidades y agencia femenina para lo cultural; es decir, en un espacio que permita la transformación integral de la mujer joven, carismática y líder de Cartagena.

*Profesora de cátedra UTB

COLUMNA EMPRESARIAL

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