Columna


Misericordiae Vultus

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

26 de abril de 2015 12:00 AM

En la situación de Colombia en la que tratamos de negociar la paz con los grupos alzados en armas y que pesar de estar en la supuesta tregua, nos dan ese golpe tan duro de asesinar a nuestros queridos militares, tenemos que cuidarnos de no llenar nuestros corazones de odio y rencor, pero tampoco adormecernos ante las realidades evidentes.

Necesitamos construir una paz cuya conquista parta de verdaderas transformaciones interiores de todos. Que quienes hacen parte de las guerrillas, comprendan que es malo para ellos mismos y para los demás, pretender el  poder mediante tan abominables males, por la fuerza de las armas, del reclutamiento de menores, de la siembra de minas antipersonales, mediante el poder económico logrado con el secuestro, la extorsión, el narcotráfico, y tengan una conversión de corazón, reparando a las víctimas y cambiando de verdad la manera de hacer las cosas.

Que al tiempo reflexionemos que en tantos años de historia nacional, la corrupción, la manera de hacer política, la falta de solidaridad, los privilegios, el poco estímulo al desarrollo de los talentos y al emprendimiento, la vida de irresponsabilidad frente a los deberes personales, familiares, cívicos y sociales, nos han llevado a un país en el que abunda la injusticia y tenemos que convertirnos también y trabajar con mayor ahínco para lograr la equidad y la prosperidad con mayores oportunidades de crecimiento y desarrollo para todos, en medio del bien, la libertad, la solidaridad y el amor.

El Papa Francisco nos anunció un Jubileo Extraordinario de la Misericordia que se iniciará el día 8 de diciembre del 2015, día de la Inmaculada Concepción, hasta el 20 de noviembre de 2016 en la solemnidad de Jesús, Rey del Universo.

El Santo Padre nos invita a abrirnos a la conversión recibiendo el perdón y la misericordia de Dios, incluso a quienes participaron en los grandes crímenes que agobian a la humanidad, en la corrupción y en el mal en todas sus manifestaciones. Reflexionar sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Nos invita a vivir lo que nos dijo Jesús: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará; se les volcará en el regazo una buena medida, apretada, rellena, rebosante; porque con la medida que midan serán medidos”*.

Preparémonos para el gran año de apertura al amor y a la misericordia de Dios para experimentar la verdadera transformación de nuestra humanidad conquistando una paz con justicia, alegría, solidaridad y amor entre todos.

* Lc 6, 36-38
*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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