Columna


Malecón

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

18 de febrero de 2018 12:00 AM

Un lector acucioso y reflexivo me reprochó, en buenos términos, como una exageración, haber dicho que tenemos una planeación sin planes. En tono semejante le respondí que no, que dije una verdad que flota oronda de solo mencionar dos casos: un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) desactualizado y un Plan Especial de Manejo Patrimonial (PEMP) que no nace ni con fórceps ni con pitocín. Tozudos son los hechos y persuasivos sus soportes circunstanciales.

¿Será que nuestros técnicos alargan los plazos, con paciencia de misioneros, para hacer un trabajo con los sesos y no con los pies?

El desorden en medio del cual se debate la función pública distrital es el reflejo de la desactualización de un plan y de la inexistencia del otro. A los treinta y dos años de ser patrimonio reconocido no tenemos un proyecto que nos guíe. Otra sería la suerte de la Cartagena anárquica que le gana la partida a la retardada burocracia local si, en un lapso razonable, hubiéramos cumplido los objetivos de ordenar el territorio y preservar la herencia que nos infla el orgullo de ser lo que somos.

Ni el Concejo ha cumplido el numeral 7 del artículo 313 de la Constitución, ni los alcaldes titulares e interinos el numeral 5 del artículo 315 de la misma, de tal modo que el uso de nuestro suelo y la base normativa de lo que sería nuestro desarrollo económico son ceros a la izquierda para la corporación edilicia y el jefe de la Administración. Los concejales replicarán que la iniciativa es del Ejecutivo. Claro, pero de ellos es el control político y el control político sirve para recriminar desidias.
Al Cabildo le importa una higa cualquiera omisión institucional mientras “los libros” de bolsillo aparezcan completitos.

La desactualización del POT y la demora deliberada del PEMP, o sea la planeación sin planes, fueron la filigrana soldada para que los hermanos Quiroz, Aquarela y Portomarine contribuyeran al desarrollo urbano de Cartagena, al estilo Lampedusa, por supuesto, para que todo siguiera peor, no igual. Ahí estuvo el germen de este foco de necrosis que fue la feria cartagenera del cemento.

Ayer amanecimos convocados para elegir alcalde. Querríamos que el que triunfe no asuma hipotecado al partido de los contratistas, que son el verdadero poder y no necesitan el aval del Consejo Nacional Electoral ni el mascarón de proa de un directorio político. El estatuto que los rige es el dedo del ganador, no la ley de contratación, ni el POT ni el PEMP. Nos ha quedado grande la descentralización.   

De seguir como venimos, el tiempo se pondrá amarillo sobre las fotografías de los cartageneros que estamos vivos, incluyendo a los recién nacidos, sin que los alcaldes que le venden su alma al diablo, o a la diabla, se recuperen de sus humillantes victorias electorales.     

*Columnista

CARLOS VILLALBA BUSTILLO*
carvibus@yahoo.es

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