Columna


Madurito mal envuelto

JORGE RUMIÉ

16 de febrero de 2018 12:00 AM

Mucho se ha especulado sobre el nacimiento del presidente – dictador, Nicolás Maduro, en la ciudad de Cúcuta, lo que inhabilitaría al mandatario para seguir con su cargo en Venezuela. Y la verdad, no tengo la menor idea si ello es cierto, sin embargo, lo que sí puedo asegurarte es que él estudio con el suscrito en el colegio La

Salle, de Cartagena. Así como lo lees, aquí mismo, con los hermanos españoles. Y según versiones cercanas a las directivas del referido colegio, sus notas desaparecieron misteriosamente de su archivo histórico.

Obvio… cómo no iban a desaparecer, si el muchacho perdió tantas materias que hasta el nombre se lo anotaban en rojo en su boletín. Su reporte de calificaciones más parecía un calendario de Semana Santa: lleno de feriados. Y hasta perdía los recreos, porque jamás pudo entender el horario de regreso a clases.

De ese tamaño era el personaje del tirano-presidente en la escuela. Fui testigo de cómo los hermanos de La Salle le imploraban para que cambiara de colegio. Y le decían: “Vamos mozo, tenga presente que cuando el Señor repartió la inteligencia, vosotros estabais dormido. Esa promiscuidad antineuronal que vosotros poseéis es de un mandato divino. Eso no es gratis. Entiende: pocos estudiantes tienen vuestra capacidad de anotar todo lo que escriben los profesores, y luego borrarlo del cuaderno, cuando los profesores lo borraban del tablero. ¿Seguro nos entendéis?”.

Las historias de Maduro en el colegio tienen su leyenda. En clase le decíamos “madurito mal envuelto”, porque parecía un bollo de mazorca despelucado. Un día, por ejemplo, se quedó dormido en clase y cuando el profesor de prehistoria le pregunto qué cultivaban los “Incas”, le contestó aturdido: “Bocadillo con queso, profesor”.

En clase de inglés también le pasó lo mismo. Una vez le preguntaron: “Maduro, ¿cómo se dice mañana en la mañana en inglés?” Y contestó: “Fácil teacher, se dice: tomorrow en tumorrito”. Y claro, se ganó su reglazo.

Ya la copa se rebosó el día en que le pidió una cita al rector en compañía de su amigo inseparable, “Diablo-dado Cabello”, y quien luego apareció en Venezuela también con el alias de “Diosdado”. Pues bien, resulta que ambos le llegaron al directivo con el siguiente cuento: “Hermano rector, tenga presente que nuestro desempeño académico se ha visto afectado por culpa del ‘imperio’ y por sus profesores ‘neoliberales’, y es su obligación corregir esa situación”. Ese día fueron expulsados a cocotazos. El resto es historia.

jorgerumie@gmail.com

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