Columna


Lealtad, moral, ética, ego

MIGUEL YANCES PEÑA

11 de septiembre de 2017 12:00 AM

Ante la dificultad de elaborar una definición sucinta y apropiada para la lealtad, recurrí a la web; para saber que nada de lo que encontré, coincidió con el “concepto” que tengo de ella. Los diccionarios la vinculan con la ley, la nación, mientras que los ensayos y los foros, con el amor: como sinónimo de fidelidad, con la que muy poco tiene que ver. Esta, es solo un caso particular que no sirve -más que de ejemplo- a la hora de generalizar.

La lealtad tiene sentido cuando individuos unidos por lazos de confianza, se desnudan interiormente (puede ser o no, en una relación de pareja, en la que no siempre se da), y cada cual guarda para sí lo revelado, o lo usa en beneficio de quien se lo confió, nunca en su contra. La deslealtad o traición (son sinónimos) se produce cuando lo conocido dentro del marco de confianza mutua, se usa para causarle daño a esa persona, o se revela a otros que pueden causárselo.

También se puede hablar de lealtad en relación con los principios que se profesan; o con una organización a la que se pertenece, en el sentido que se comparte con ella, los valores y principios en los que se fundamenta. Que es lo mismo que en el caso anterior, porque si se pertenece a una organización -a menos que sea por oportunismo, o conveniencia- es porque se comparten valores y principios, además de simples intereses (sociales, económicos, políticos). Y al traicionarla se está atentando contra estos.

La historia bíblica de Sansón y Dalila ejemplifica la traición dentro del amor, nada tiene que ver con la infidelidad (las mujeres se cuidan más al momento de mostrarse como son); y la de Judas, en lo relacionado con la organización; aunque a diario se da en política y en las relaciones laborales. ¿Santos traicionó a Uribe? Sí. ¿El Estado traicionó a los paramilitares? Sí. La guerrilla ha sido más leal, porque sabe que la traición le puede costar, como a la UP, la vida.

Con este asunto me ha pasado igual que con el de moral y ética. Lo consultado ubica a la segunda por encima de la primera, pero el “concepto” que manejo, coloca a la ética como un subconjunto de la moral, a la que le reconozco una categoría universal, inherente a la naturaleza de la especie: nada que ver con religiones. Siento que la deslealtad toca la moral, pero no a la ética.

Egolatría y egoísmo, otros dos conceptos muy de moda en estos últimos años, están muy conectados entre sí. El egoísta lo quiere todo para sí; su felicidad consiste en apoderarse de todo, sin entender que solo se es feliz en la medida en que se hace feliz a otros. Y el ególatra, superlativo del egoísta, solo es capaz de quererse a sí mismo. Supera al narcisista, en el sentido que es capaz de llevarse todo -ética y moral- y a todos por delante, en busca de sus fines. Para él parece no existir nadie más, sino en la medida en que lo adoren, así como él mismo se adora. No hay que ir muy lejos para encontrar uno: tenemos un ejemplar en el país.

*Ing. Electrónico, MBA

MIGUEL YANCES PEÑA*
movilyances@gmail.com

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