El resultado de las mediciones en calidad de vida y la percepción sobre temas de ciudad presentado por Cartagena Cómo Vamos era de esperarse.
La inconstante articulación de mando, y débil autoridad en más de una década, inducen a incumplir los planes de desarrollo y políticas públicas, agravado por los frecuentes cambios de gobernantes, quienes por razones ciertas o no, efectúan cambios de gabinete, subdirecciones, funcionarios y vinculados por OPS, debilitando la estructura humana de servicio, la secuencia y memoria institucional, para solucionar una problemática social.
Pero, no podemos quedarnos en el quejido, llanto y justificación de lo ideal, de la solución supuesta, la estabilidad del gobierno o la llegada del Mesías; tenemos que concientizarnos que lo primero que transforma a una ciudad es su gente, y tú y yo sabemos que muchas cosas no cambian porque no lo hemos dispuesto. Te invitamos a que apliquemos la revolución de las pequeñas cosas, esas que parecen inofensivas pero que generan gran impacto en la ciudad para un mejor vivir: cuando regalamos una sonrisa, siendo amable, saludando constantemente, siendo puntual, haciendo las cosas con amor, siendo solidario, coherente, reconociendo nuestros errores, generando confianza, es decir, la ciudad grita por un cambio de actitud.
Las grandes adversidades traen grandes soluciones. Vamos a mentalizarnos de la obligación que tenemos para que nuestras generaciones puedan disfrutar de una Cartagena distinta; a concientizarnos que el cambio no será de manera inmediata y que el señalamiento, el amarillismo, la edificación de triunfos con base en las cenizas, no puede ser la página diaria del vivir de los medios y las redes. Habla cuando te conste y no por cobros de cuentas, sino convencido de transformar el error; opina con soportes y no por supuestos; y acata el debido proceso escuchando a las partes para una conclusión más objetiva.
No ejerzamos la doble moral de combatir la corrupción por oportunidad de poder y no por convicción, recuerda, estas acciones solo dependen de cada uno de nosotros, ellas generarán un impacto de transformación para las personas y la ciudad misma, el cambio se inicia con nuestro cambio y las generaciones venideras serán el resultado de nuestra actitud.
Tú y yo, querido lector, debemos susurrar una voz de esperanza, la voz del sí se puede y esa sola decisión transformará grandes estructuras. Hace años Pirry habló de la “revolución de las cosas pequeñas” para referirse a cómo pequeñas acciones y pequeños actos en la vida cotidiana pueden lograr que vivamos en una sociedad mejor.
Hacer lo correcto, no caer en el odio, ayudar al que lo necesita, y seguramente practicar la “inteligencia vial”, encajan muy bien.” La revolución de las pequeñas cosas invita hacer algo posible de lo imposible, pero para ello tenemos que hacernos tutores del cambio que queremos para nuestros hijos.
*Concejal de Cartagena
COLUMNA DEL CONCEJO
César Augusto Pión González*
protocoloconcejodecartagena@gmail.com
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