Columna


Las mentiras colectivas

BERNARDO ROMERO PARRA

01 de noviembre de 2017 12:00 AM

¿Cuál sería la historia de esta ciudad si Pedro Romero y los lanceros de Getsemaní, no hubieran realizado las gestas de Independencia del 11 de noviembre de 1811, esperando que desde Bogotá les autorizaran la sublevación contra el reino de España? La respuesta es que los grandes líderes de la humanidad han actuado en el momento propicio venciendo cualquier obstáculo en busca de conseguir los ideales colectivos, ese ejemplo es el que hoy estamos en deuda de seguir, cuando por el contrario muchos creen que si en la capital de la República no conceptúan sobre nuestros problemas estos no existen, las evidencias no son pocas, una de ellas es la reciente polémica de la construcción del proyecto Aquarela multifamiliar - VIS que contempla levantar 4 torres de 30 pisos, caso que en junio de este año denunciamos por este medio, y solo cuando en Bogotá se pronunciaron acerca del tema, la ciudadanía reaccionó reconociendo la envergadura de la amenaza contra la visual del Castillo de San Felipe.

Otro asunto similar es lo sucedido con la Alcaldía de Cartagena era de conocimiento público que quien tomaba las decisiones en el palacio de la Aduana, no era quien había sido elegido popularmente, y tuvo que venir el fiscal de la nación desde Bogotá a decirlo para que en esta urbe nos diéramos cuenta que ese hecho no era legal, ni ético, de  igual forma se saben las grandes cantidades de dinero que deben utilizar quienes aspiran a la Alcaldía y las corporaciones públicas, son situaciones denominadas por el historiador Alfonso Múnera como “mentiras colectivas” que la ciudadanía ha construido basadas en la indiferencia y el egoísmo.

La fórmula para que los cangrejos salgan de la lata debería ser que entre todos se apoyen formando una escalera y salgan uno a uno, y que los que estén afuera ayuden a salir a los que queden en el fondo, de lo contrario todos estarán condenados a la peor de las suertes. Los cartageneros ignoramos este método y por el contrario descalificamos a los coterráneos que osen surgir, aunque en el fondo sepamos que las competencias de esas personas podrían ayudar a resolver los problemas comunes, perpetuando el subdesarrollo social y económico en la colectividad. Para sacar adelante a Cartagena del rezago ante otras capitales, urge que sus habitantes emprendamos una cruzada que permita unirnos a través de la verdad, único camino que nos permitirá como águilas caudales trabajar en equipo por la ciudad nativa, dejando de ser una caterva de vencejos.

 

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