Columna


La mujer en la sociedad

LIDIA CORCIONE CRESCINI

25 de noviembre de 2014 12:02 AM

Por el solo hecho de gestar y ser madre, la mujer debería ser tratada mejor. Cargar en el vientre una criatura no es fácil. El maltrato físico y moral al que ha sido sometida a través de los tiempos, es denigrante. La esterilización reciente de ochenta mujeres en apenas cinco horas dentro del plan gubernamental en la India para controlar la demografía del país, es un acto de deshumanización, incoherencia, falta de equilibrio social, educación y oportunidades y no conformes con esto, desgraciadamente se dio el deceso de muchas, dizque por culpa de un medicamento.

El trasfondo es otro. En una sociedad que degenera sus principios en lo material, la mujer objeto sexual, de consumo, de poca monta o valor, es usada como mercancía, no sólo para mostrar sino para comercializar. Cada vez más se acrecienta y es más notoria esta situación aberrante. El maltrato hacia ella no tiene condición social, muchas se dejan envolver por querer salir de su rol de pocas oportunidades, encontrando así la única forma de emerger del atolladero y se prestan para los artificios de sus depredadores; dominantes éstos que las subyugan convirtiéndolas en sus chicas plásticas, robándoles voz y voto, maltratándolas hasta la saciedad.

Cuando en las redes sociales denuncian el maltrato a la mujer, los hombres reverberan y aducen ser también maltratados por ellas, sintiéndose ofendidos porque los excluyen. Puede que haya féminas maltratadoras, pero las estadísticas demuestran que los abusos hacia las mujeres son pan caliente. La fuerza bruta del macho supera a la de la hembra. En esta sociedad machista y en el caso específico de Colombia, nunca hemos visto a una mujer en la presidencia de la república. Aunque se vislumbra una apertura en la participación laboral y política, la escala salarial femenina es más baja.

Un hombre “mujeriego” es aceptado, aplaudido en ocasiones por sus mismos congéneres. Una mujer de aventuras en algunas culturas es repudiada e inclusive apedreada hasta morir. Con la excusa de ser “propiedad privada”, de contratos exclusivos incluyendo el matrimonio, aparece la agravante denominada “celos”, escudo para cometer los peores crímenes de la humanidad. Maltratadas, preñadas, con chorreras de hijos, son abandonadas a su suerte para que la vida decida por ellas y esos hijos a su vez violentados e ignorados por un padre, continuarán la saga del resentimiento, abandono y olvido y este multiplicador de violencia continuará generación tras generación. Aquí no es válido hablar de instinto, impulsos y arrepentimientos, ya que el hombre es más razón que instinto. Nadie, hombres, mujeres y niños deberían ser ultrajados.

*Directora PEN Cartagena
licorcione@gmail.com

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