Columna


La lucidez perdida

DANILO CONTRERAS GUZMÁN

21 de marzo de 2018 12:00 AM

Al conocer de la medida de aseguramiento contra 8 concejales mi ánimo no se turbó. Quizás mi desinterés inicial ante un anuncio tan grave obedeció a que el asunto se veía venir, o tal vez (y sería grave) a una especie de insensibilidad que parece apoderarse de los ciudadanos que nada bueno esperan de la política.

Durante el resto del día ese agravio no me abandonó. Más tarde, en la noche de aquel viernes aciago para la institucionalidad local, en una tertulia de “ciudadanos preocupados”, oí otras quejas que me alarmaron. Uno de los participantes afirmaba que miembros de la mafia mexicana frecuentaban la ciudad y que aquel escalofriante relato que circulaba en las noticias sobre un “tour de la violación” organizado, al parecer, por personas de origen israelí, era una realidad. Me pregunte: ¿que otro peldaño debemos descender para emprender una transformación real y honesta?

De súbito me acordé de la narración de Saramago, “Ensayo sobre la lucidez”, en la que recrea una especie de rebelión pacifica protagonizada por las gentes de un pueblo no identificado en contra de los desmanes y la ineptitud de sus dirigentes. El levantamiento silencioso consistió en que la mayoría de los electores, sin concierto previo, castigan a sus políticos con una masiva votación en blanco que obliga repetir los comicios.

El relato es como sigue: “Pasaba de la media noche cuando el escrutinio terminó. Los votos válidos no llegaban al 25%, distribuidos entre el partido de la derecha, 13%, partido del medio, 9%, y partido de la izquierda, 2 y medio por ciento. Poquísimos los votos nulos, poquísimas las abstenciones. Todos los otros, más del 70% de la totalidad, estaban en blanco”. Pensé enseguida que una sublevación inusitada como la descrita podría castigar a los dirigentes que condujeron a la ciudad a la crepuscular decadencia que vivimos. Candorosamente reflexioné que ese rechazo masivo les llenaría de vergüenza y tal vez abandonarían la actividad pública en pro del bienestar colectivo. Imagino que ese desvarío obedeció a la copa de vino brindada por el organizador de la tertulia.       

Entiendo que es inaplazable reaccionar para que Cartagena no termine siendo en definitiva una ciudad fallida en la que la anarquía y la mediocridad se enseñoreen de forma definitiva.

Días después, una luz esperanzadora alumbró mi decepción ante los tristes hechos de corrupción y desgobierno documentados y que han sido constantes en las últimas décadas. El profesor Fredi Goyeneche, reconocido intelectual de la ciudad, lanzó una propuesta: “Un gran acuerdo por la Cartagenidad” que se fundamenta en 5 pilares y que puede ser punto de partida para una restauradora discusión. Goyeneche señala que el presupuesto de tal consenso debe ser la renuncia colectiva del resto de concejales, evento que de seguro no tendrá lugar; en todo caso es preciso levantar voces de protesta. 

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