Si metáfora, quiere decir que la corrupción es un esmerado ejercicio de creatividad, cuyos artífices en Colombia, tierra fecunda en poetas y literatos según reza una bien mantenida tradición decimonónica, aspiran en poco tiempo a honrar la Academia Sueca “sustrayéndole” la tercera efigie de Alfred Nobel, superar a García Márquez y emparejar con Santos.
Si realidad, la cosa vendría a ser diferente: quiere decir que, a usanza de aquella bienhechora y purificadora máquina que tuvo entre sus cortantes e insaciables bordes a la majestad coronada y omnipotente de Francia, ministros, barones, señores feudales, clérigos, magistrados, jueces, concubinas rutilantes, entre tantos cuellos destajados, se desempolvaría y pondría en uso en Colombia para cortar, hasta la última que se reproduzca, las cabezas de hiedra de la corrupción.
Y si no, quiere decir que aquello de “desempolvar la guillotina” para cortarle el cuello a la corrupción de mil cabezas que se traga sin masticar todos los presupuestos, rentas y bienes públicos, no deja de ser otra de las alucinadas empresas de algún Buendía redivivo, de aquellos que en los hervores de la fiebre del banano llevaron a Macondo tantos embelecos.
Entre los más, el hielo, para enfriar la temperatura y apagar el hervor de cada nuevo caso de corrupción en el altozano del poder metropolitano, en los consejos directivos de las patronales empresariales, en las presidencias de los bancos oficiales financiándola, en los órganos de control tapándola, en los ministerios oficializándola.
Y hasta en los estudios de televisión y radio, redacciones de revistas y periódicos, presentándola y justificándola como algo intrascendente y de exclusiva ocurrencia en tierras de corronchos e incivilizados; de aborígenes y mestizos; de gente poco ilustrada y, por supuesto, sin ningún lustre racial ni linaje de impunidad.
En fin, eso de desempolvar la guillotina, desoxidarla cortando unas cuantas y prominentes cabezas, quizá sofrene un poco o al menos por un tiempo el caballo desbocado de la corrupción y contenga el caudal de los ríos incontenibles por los que navega sobre segura y a prueba de naufragios y con las compuertas abiertas de par en par en tantas ías.
Pues ahora viene a saberse que ya no es solo el largo Magdalena por el que navega raudo Odebrecht, también de la Antioquia emprendedora se ha venido a saber por boca de un ex presidente, que don Marcelo con sus inversiones multinacionales “ayudaría” a mover las turbinas que convertirán los caudales hídricos del río Ituango en energía, a la vez que a multiplicar con creces los suyos caudales y los de los gestores de adendas, otrosíes, ramales, variantes y desvíos.
*Poeta
@CristoGarciaTap
Comentarios ()