Quiero compartir algunas reflexiones de los últimos días con relación al esperado plebiscito. Votar por el NO tendría como consecuencia, en el mejor de los casos, seguir igual o peor a como estamos y hemos estado durante los últimos 50 años.
Votar SÍ al plebiscito no nos da certeza de que las cosas mejorarán; en eso estoy de acuerdo con muchos. Hay riesgos, pero el SÍ nos ofrece una gran esperanza de construir un futuro mejor al acabar la guerra. Los problemas y los conflictos no terminarán, ni la paz llegará por arte de magia. Esa, tendremos que construirla durante muchos años, quizá más de una generación. Pero con el SÍ apostamos a lo positivo y no a lo mismo de siempre.
Estoy segura de que todos los colombianos, excepto los que se lucran con la guerra, quieren que el país cambie y sobre todo que se acabe la guerra. Pero si no abrimos esta ventana, nos negamos la posibilidad de una nueva Colombia. No conozco este país en paz, mis tres hijos tampoco. No sabemos cómo es vivir en un país donde las noticias diarias no traigan un pantano de sangre. Tal vez la paz es tan desconocida entre nosotros, que da miedo. Quiero que mis nietos, que nacieron en un país en guerra, crezcan en una Colombia si no en paz, sí en el proceso de construirla y que ojalá sean sus artífices.
Estos largos años de guerra nos dañaron en lo más profundo de nuestra humanidad. Extraviamos gran parte de esa humanidad. Nos volvimos insensibles, pendencieros, indiferentes e incapaces de conmovernos con el dolor ajeno. Solo somos movidos y conmovidos cuando el horror nos golpea de cerca. Es hora de emprender un nuevo camino. No trago entero, soy muy escéptica, pero como dijo Mockus, prefiero equivocarme apostando a la paz que acertar apostando a la guerra.
Lo dijo también el padre Francisco De Roux cuando le preguntan si ve bien lo que pasa en La Habana: “se ha avanzado mucho, estoy convencido de que se trata de una crisis espiritual muy honda, no religiosa sino ruptura del ser humano entre nosotros. Estoy convencido de que si no hubiera habido transformaciones hondas, no estaríamos donde estamos”.
Quiero pedirles que al tener la papeleta del plebiscito enfrente y deban decidir solos el SÍ o el NO a los acuerdos, antes de marcar pregúntense: ¿Marco NO y sumo un voto para la guerra que conozco, o marco SÍ para iniciar el camino de la esperanza, terminar la guerra y darle una oportunidad a la paz? Esa es la verdadera pregunta. ¿Merecen las futuras generaciones que tomemos el riesgo? Piénsenlo bien antes de trazar esa X sobre la papeleta.
Profesional en estudios literarios
Iliana.restrepo@gmail.com
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