Columna


La fortaleza de la fe

ALCIDES ARRIETA MEZA

03 de agosto de 2018 12:00 AM

La  maravillosa noticia del rescate  de los  doce niños tailandeses  y  su  entrenador de fútbol, llenó de alegría a las familias de los rescatados, al pueblo tailandés, y al mundo.  El hecho nos deja poderosas enseñanzas, sobre  todo, en estos  tiempos de  indiferencia  espiritual.

El regreso  a  sus hogares  de estos  pequeñitos,   deja  lecciones fundamentales,   toda vez  que  la  ruta  de  la libertad y la vida  estuvo  de  la  mano  del  profesor Chanthawong,  monje  Budista, que  fiel  a la fuerza  de sus  creencias, supo  infundirle  a  los  niños la certeza  que  serían  rescatados sanos  y salvos, haciéndoles  sentir, en  tan dramáticos  días, que  una  suprema  fuerza  espiritual, estaba presente.

El Budismo  es  un  sistema  ético que considera  a  la  sabiduría   como  la  fuente   de la felicidad,  en  donde  las  virtudes habrían de  dominar  la mente. “Domina  por completo  tu  mente,” enseñó  Buda.

En  ese  orden  el  soporte de las bendiciones, estaría  centrado en la sabiduría, en donde  la  espiritualidad sería  insumo  fundamental,  el  dominio  de  los  pensamientos  y  la  aplicación   de  las  ciencias.  Las  religiones  contienen  gran  parte  de  esas  premisas, que  de ser  aplicadas, sin  fanatismos,  de seguro  orientarían  una sociedad  diferente.

La fe “mueve  montañas”, dice inédito refrán. La biblia Valera, señala  en mateo  17 :20, “ porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible; ella, la fe, es  también  mística, física  y  metafísica,  no  puede  ser  ciega, por  ello,  acompañada   de la  sabiduría  y   de las  disciplinas  científicas, produce maravillas.

Es  por  ello que  pese  al  mortal peligro y   el encerramiento  en la  inundada  cueva Tham Luang, en Chiang Rai, norte de Tailandia, el monje budista, y los niños, siempre estuvieron  optimistas, seguros  que  serían  rescatados. Fe  y dominio  de la  mente, como  han sido  entrenados  los  budistas,  son sin  duda  poderosos  instrumentos, contra  las  adversidades.

Los héroes  del  glorioso  rescate, que vencieron  los  más  peligrosos  obstáculos, fueron los buceadores Richard Stanton y John Volanthen, el médico australiano Richard Harris, el entrenador Ekapol Chanthawong y el jefe de la operación Narongsak Osatanakorn,  que  de  seguro,  en  sus  mentes y  acciones  técnico  científicas, fueron  guiados  por  manos  espirituales.  Ellos,  hicieron el  milagro. La ciencia es objetivamente  mágica.

El peligro, las  amenazas  que asechaba  a  los  niños,   no fue  óbice para  que  perdieran  la  fe,  ni para  que  se  desesperaran,  al punto que   en  tal  difícil  situación uno  de ellos, escribió : "Mamá, papá, les quiero. Estamos bien. No se preocupen, Uno de esos buzos que están cuidándoles en la cueva recoge el mensaje de todo el grupo en otro manuscrito. "Los niños dicen que no se preocupen. Cuando salgan, quieren comer muchas cosas. Una vez fuera, quieren ir directos a su casa. Profesores, ¡no les den mucho trabajo por favor!".  Bendito sea  Dios, hay  que “creer  para  ver”.  Aprender del Budismo,  y  de  todas  las  espiritualidades.

El mundo  invisible  de  las  ciencias  ocultas, exotérico,  el conocimiento  ancestral,  experiencial    y científico,  han producido y seguirán  produciendo,  resultados prodigiosos,  extraordinarios   hechos, que ojalá, puedan  llenar  de esperanzas a  una  sociedad  que transita  desde  siglos  por una trágica, angustiosa  y  dolorosa situación.

La doctora en filosofía  y  letras Annie Besant, Teósofa (Disciplina  que estudia  el conocimiento  de Dios),  resalta  con  profundo  respeto a  la  libertad  de cultos,  las verdades  eternas  del budismo, que  no fue castrado ni disminuido hasta su más mínima  expresión, como  la  espiritualidad africana, tantas  veces  satanizada por los  colonizadores  europeos.

Nos explica Anni Besant en  su  obra, las  siete  grandes  religiones, que Siddhartha Gautama, Buda, siglo VI  a C., cuyo  nombre, “significa el que  ha  conseguido  su  objeto, a  causa  de haber profetizado su  brahmana, será maestro  e iluminador  de las  naciones  y la  tierra”.

El budismo, agrega Besant, es  considerada  una  de las grandes  filosofías  espirituales  del  cosmo,   forma  sustancial  de  vida,  escrita  en el más  elevado  sistema  ético,  unido  a  la  libertad  de  pensamiento,  que  indica  como  llegar  al  eterno  árbol  de  la  sabiduría,  estado  de  Nirvana, iluminación,  en  donde  han  de  desparecer  los  estados  de  impurezas  de  los  seres  humanos.

El budismo, según Annie Besant,  es camino  hacia  la  sabiduría, el cual  considera el manantial donde fluyen todas las  noblezas. El hombre virtuoso,  disposición del  alma que tiene  como  carácter necesario ser  útil,  o  producir  felicidad, concepción aristotélica  de la  ética.

La iluminación  humana implicaría  encontrar  el ducto  que  elimine  las  bajas  pasiones, la avaricia, la codicia, el  odio,  el, egoísmo, entre  otras  imperfecciones humanas.  

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