Columna


La cantúa

CARMELO DUEÑAS CASTELL

22 de octubre de 2014 12:02 AM

Hace más de un siglo, a orillas del Danubio fue hallada una estatuilla femenina cerca de Willendorf, Austria. Es la más famosa de las venus paleolíticas. Todas están sin rostro, con curvas protuberantes, vientre prominente, grandes senos y piernas gruesas. La Venus de Willendorf, tallada en piedra caliza con un tinte ocre rojizo, tiene entre 20.000 y 22.000 años y mide cerca de 11 centímetros de alto. Tiene abdomen voluminoso y abultado pubis explayado sobre gruesos muslos. La escultura termina en los tobillos y los pies no existen o se los quitaron.

Mucho se ha discutido sobre el sentido estético, la representación de belleza o el significado de la desproporción de formas que representarían la fertilidad y lactancia. Para otros simboliza la madre tierra, un estatus social, seguridad, éxito o bienestar.

La Afrodita o Venus de Milo, creada hace unos 2.100 años, representa la diosa del amor y la belleza. Mide más de 2 metros y fue encontrada en las Islas Cícladas, en Grecia. Carece de brazos y aunque sus curvas son muy delicadas y agraciadas, su vientre es más plano y sus muslos y bustos son mucho menos prominentes que los de la Venus de Willendorf.
Esteatopigia (del griego steatos, grasa y pyge, nalga) es la condición por la cual se acumula grasa en las nalgas de mujeres más que en hombres y que asocia glúteos voluminosos y fertilidad.

Leonardo Aguaslimpias es un famoso pintor colombiano cuyo tema principal son mulatas de frondoso trasero. Para él, el eje del universo está en el bamboleo de las caderas. Sus razones tendrá. Sus pinturas reflejan el orgullo e identidad racial de las formas protuberantes con impresionante colorido.

Con los siglos el concepto de belleza ha cambiado y esto generó lentas transformaciones anatómicas, o lo contrario, los cambios anatómicos han transformado el ideal de belleza. Pero el cambio es tan dramático que ahora vemos anoréxicas estatuas en pasarelas, revistas y calles. Pasamos de esas imágenes casi regordetas a curvas graciosas y luego a famélicas modelos de bulímica y dudosa belleza. Delgadez extrema que ha tocado esculpir con el cincel del bisturí y rellenar con silicona.

El arte, nos guste o no, transmite necesidades de supervivencia, deseos de cambio, frivolidades o sentimientos populares. Cantúa no está en el diccionario de la academia española. Según el diccionario popular es “mujer guapa de buenas proporciones y curvas abundantes”.  Sesudos investigadores y periodistas consideran que esta champeta es denigrante para la mujer. Pero, está claro que es, y será, el éxito de fiestas y carnavales y que, aunque de manera poco gentil, es expresión cultural que homenajea esa realidad antropológica que determinó que las curvas y protuberancias sean características costeras y de nuestra melanina.
*Profesor Universidad de Cartagena


CARMELO DUEÑAS*
crdc2001@gmail.com
 

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