Columna


Jesucristo Rey del universo

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

23 de noviembre de 2014 12:02 AM

Hoy celebramos a Jesucristo como rey del universo*. Jesús reina en medio del mundo, y desde cuando vivió, murió y resucitó por nosotros, está en la Eucaristía y a través de su Espíritu Santo, y volverá glorioso al final de los tiempos. Todo estará bajo sus pies, Él es la máxima autoridad y transformará todo lo malo, incluso a la muerte.

Jesús nos invita al reino de la solidaridad, de la fraternidad, del interés por los demás, del servicio mutuo, del verdadero amor. Un reino que empieza en el corazón de las personas, sigue a la familia y de allí a la comunidad. Poco a poco se va conformando su pueblo santo, con todos aquellos que lo aceptan de corazón, palabras y obras.

“Vengan benditos de mi padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme”…

Cristo reina con sencillez, como un pastor que cuida sus ovejas, cura nuestras heridas, repara nuestras fuerzas, y llenos de su amor, podemos contribuir con los demás. Él es el buen samaritano, quita nuestra hambre y nuestra sed con la Eucaristía y su Palabra, alimentos que nos dan vida eterna, nos viste con la gracia santificante a través de todos los sacramentos, y nos cobija, nos sana y nos libera, muy especialmente al perdonarnos nuestros pecados. 

Cuando aceptamos a Cristo como rey todo se transforma, se da una conversión que pone a los apegos humanos en segundo plano, todo se ordena hacia el bien, hacia cumplir la voluntad de Dios. Él sabe que le amamos cuando cumplimos sus mandamientos, porque a través de esa obediencia le decimos que Él, el bien, el verdadero amor, está por encima de todo. Es una tarea continua, de permanente revisión, arrepentimiento y corrección porque los criterios del mundo nos distorsionan la conciencia y sólo si Él es nuestro pastor nos dejamos guiar por su voz y rectificamos.

Si Cristo reina en el corazón, pasa a la familia que Dios nos regaló, viviendo las obras de misericordia primero con sus miembros, apoyándonos de verdad unos a otros, entregándonos con todo nuestro amor, cuidado, educación y servicio. Mucho del dolor y de la maldad del mundo tienen la raíz en el desamor familiar. Si cumpliéramos correctamente las responsabilidades familiares como Dios nos pide, estaríamos muy cerca del reinado de Cristo porque todos seríamos más felices, seguros y satisfechos, con más capacidad para amar, trabajando con solidaridad por transformar la sociedad.

*Ez 34, 11-12. 15-17; Sal 22; Co 15, 20-26. 28; Mt 25, 31-46.

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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