Columna


Irma: previsión y prevención

RICARDO TROTTI

16 de septiembre de 2017 12:00 AM

La recuperación tras el paso de Irma es lenta, pero con una sensación de alivio porque la catástrofe se predecía mayor. No porque la intensidad de los vientos fue menor a la esperada y la trayectoria del ojo del huracán se desvió al oeste, sino porque las autoridades asumieron un liderazgo oportuno, firme y eficaz.

El gobernador de la Florida, Rick Scott, y con efecto dominó los demás líderes políticos y policiales de condados y municipios, previó el desastre y preparó a la población con cinco días de anticipación. Se basó en evidencias de científicos del Centro Nacional de Huracanes, meteorólogos probados en batallas similares y en que los medios crearan conciencia sobre los graves efectos de una catástrofe.

Irma no fue tan poderosa como se predijo, no obstante produjo grandes estragos. Si bien los daños no están cuantificados, sobrepasarán con creces los causados por Andrew en 1992. Irma tuvo menos poder destructivo, excepto en los Cayos donde tocó tierra con vientos de 150 millas por hora y donde solo quedaron en pie casas fabricadas con los nuevos códigos de construcción, legado de Andrew.

Irma afectó a todo el estado y a los de más al norte. Produjo marejadas, inundaciones, derribó y peló árboles dejando impensados paisajes otoñales en zonas tropicales, destruyó tendidos eléctricos perjudicando a 15 millones de usuarios, paralizó las comunicaciones y generó una evacuación histórica de 6,5 millones de personas, muchas de las cuales todavía no han podido regresar a sus casas.

La experiencia en el Caribe, en especial en territorios de Inglaterra, Francia y Holanda, desnuda lo que sucede cuando no hay previsión. El presidente francés Emmanuel Macron, el rey holandés Guillermo Alejandro y el canciller británico Boris Johnson, recorrieron la zona para cuantificar daños, pero debieron asumir la vergüenza y la crítica generalizada por haber abandonado al azar a su gente pese a las advertencias.

Nadie puede ser culpado de las tragedias naturales que existen desde la historia del universo. Sin embargo, las políticas de previsión y prevención de daños pueden morigerar su impacto.

La previsión y prevención no debiera solo aplicarse a las consecuencias, sino también a las causas. Las evidencias científicas están demostrando que el calentamiento global aumenta la asiduidad e intensidad de las megatormentas. La contaminación produce temperaturas récord y las aguas más cálidas de los océanos alimentan las tempestades.

El presidente Donald Trump descree del cambio climático causado por el hombre bajo la preferencia de que la explotación de carbón mineral generará más empleos. Tiene todo el derecho a opinar así, pero es una opinión personal. Como política, por respeto a las víctimas de Irma y Harvey, tendría que plantearse dudas razonables sobre el calentamiento global y entender que sus causas pueden morigerarse con previsión.

MENSAJES Y SOCIEDAD
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