Columna


Horsecar: sueño imposible

JESÚS OLIVERO

09 de febrero de 2018 12:00 AM

Papá, anoche tuve un sueño esperanzador.  ¿Y eso? ¿Qué soñaste? Imagínate que por fin prohibieron el uso de caballos para los coches de la ciudad. Pero eso no es tan sencillo, repliqué. Claro que sí papá, en este sueño diseñé el ‘horsecar’.

Te explico, el horsecar es un pequeño vehículo que arrastra el carruaje. Tiene una forma parecida a los coches actuales, pero la fuerza no la generan los decrépitos y pobres caballos, sino un carrito que funciona con energía eléctrica. Interesante, le dije. Ese modelo posee un aditamento mecánico que simula perfectamente el movimiento generado por el andar del caballo, y hasta puedes escuchar un audio con los cascos rechinando sobre el suelo, agregó.

Tienes imaginación hija mía, pero tu invento seguramente es algo que los dueños de la Heroica no querrán implementar en el futuro cercano. La gente prefiere explotar a esos animales hasta que se desplomen sobre el pavimento sin deseo alguno de levantarse. Nunca piensan en una solución como la tuya, la cual no parece tener muchos desafíos técnicos, y es el tipo de alternativas que hacen sostenibles a las urbes. 

Pero eso no fue todo papá, en el sueño, cada paseo en coche requería comprar un tiquete, y en el mismo claramente decía que el 30% de su valor era empleado por la Alcaldía en dos partes iguales: una para un programa de educación contra el abuso a los animales, incluyendo la iguana; y la otra para la adquisición de útiles escolares, requeridos con desespero por los niños de colegios olvidados que abundan aquí. Sonreí en aquel instante. ¿De qué te ríes, papá? 

De la iguana, respondí. ¿Qué tiene que ver la iguana con los caballos? Papá, ¿qué te pasa?

Es fácil, ambas especies son excesivamente abusadas. En Gambote, -¿no has visto las filas de gente vendiendo huevos de iguana en esta época?-, y ninguna autoridad aparece, supongo que por negligencia. Así como con los caballos, todos debemos tomar conciencia y ayudar a estos reptiles, evitando la dolorosa remoción de sus órganos reproductivos y su muerte inminente por infección. Tienes razón, puntualicé.

Y hablando de paseo de turistas, ¿sabes si los usuarios de las chivas pagan al menos un dólar por cada viaje? Lo dudo hija. Pero papá, eso no puede ser posible, y entonces ¿cómo se mantiene esta ciudad a flote? 

Si el turismo no mejora la situación de Cartagena, entonces no sirve de nada. Los coches y las chivas pasan llenos de turistas y eso debe servir para ayudar a los habitantes, en especial los más vulnerables.  Así es, esta ciudad necesita ser repensada. Por ahora sigue soñando, si hay algo que los corruptos no pueden robar son los sueños.

 

 

 

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