Columna


¡Grave!

MIGUEL YANCES PEÑA

18 de septiembre de 2017 12:00 AM

No hace tres años se hizo un trabajo intenso por recuperar la infraestructura pública del barrio de Manga. Se pavimentó la avenida Asamblea y la carrera 21, desde la Calle Real hasta la Cuarta avenida: mucha incomodidad, pero buen trabajo. Se repararon algunos andenes y huecos en las vías, quedando inexplicablemente tres en vías de muy alto tráfico, y se reconstruyeron los parques Lácides Segovia, H. Román, y el Paseo peatonal, que quedó inconcluso: sin jardines; ni muelles, que fueron regalados más tarde por una empresa.

El alcalde dijo a los vecinos en el discurso de inauguración y colocación de la placa que lo inmortalizará, que debían cuidarlo; pero se le olvidó que sin mantenimiento -que es obligación del Distrito- todo se deteriora; y ni se percató de la mala calidad de la obra.
Vandalismo no ha habido, pero el estado actual es deplorable, producto del abandono. Las luces, que combinan lámparas Led con un arreglo cilíndrico en la corona que reduce las zonas oscuras, pronto empezaron a apagarse hasta que se apagaron todas, incluidas las torres que iluminan las plazoletas.

La oscuridad es total desde hace varios meses, como si hubieran cortado el servicio por falta de pago. Aunque antes se respiraba un ambiente de sana vecindad, la ausencia de los tres policías que lo vigilaban, y la oscuridad, lo han convertido en escenario de amoríos y malandros: hoy en día da vergüenza y miedo recorrerlo después de las 6 de la tarde.

Las losas, que solo han soportado transeúntes y una que otra bicicleta, algunas ya perdieron el cemento y se le ve el triturado. La plantilla de la parte embaldosada parece hecha con aguada porque por las juntas crece hierba, y se está levantando y agrietando por la acción de las raíces de los árboles. De los jardines ni hablar. Cada edificio hace lo que quiere con su frente; algunos muy bien cuidados, otros abandonados. En fin, una obra que se pierde por falta de administración. En repetidas ocasiones hemos sugerido que estos tres parques sean adoptados por una unión de las tantas empresas establecidas en el barrio.

Otro de los temas que preocupan a la comunidad, tiene que ver con la movilidad. Las calles, todas, han sido convertidas en “garaje público” permanente, sin importar que quede un solo carril de vía para circular en ambas direcciones (hay quien se cree dueño de la calle frente a su vivienda). Mientras, hay lotes habilitados como garajes que nadie ocupa. Las personas que prestan servicios domiciliarios, y viven de eso, deben caminar largos trayectos porque hay prohibición de parrilleros y Transcaribe no tiene ruta en el barrio.
Para terminar, las conexiones del barrio isla con la parte continental de la ciudad son verdaderos cuellos de botella sin solución a la vista; y el efecto de la marea alta invadiendo el barrio se agrava. No hay gobierno, nadie se siente aludido, nadie idea soluciones. ¡Grave!

movilyances@gmail.com

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