Columna


Gracias Señor

GUSTAVO MONTES FERNÁNDEZ

29 de julio de 2014 12:02 AM

El mundo está colmado de alegrías y actos maravillosos que muy pocas veces observamos y aun menos valoramos. Gracias Señor, cómo quiera que Te llamen, sea Dios, Jehová, Yavé, Espíritu Santo o cualquiera que sea Tu nombre, gracias Señor. 

Gracias por el sol, masa incomprensible de toda energía, gracias por la luna inerte y provechoso sol nocturno, gracias por poder caminar los que lo hacemos, gracias por los árboles que nos permiten respirar.

Gracias por las ciudades llenas de tecnología, gracias por poder escribir, gracias por las gratas compañías, gracias por ver, hablar, escuchar y oler, gracias porque nuestros corazones laten.

Gracias por nuestras lágrimas de felicidad, por el canto de las aves, la brisa de los desiertos y de los mares, por los amaneceres y atardeceres.

Gracias por permitirnos expresar nuestros sentimientos, gracias por la solidaridad existente en muchos, gracias por darnos el sentimiento del amor. 

Gracias por los alimentos, gracias por dejarnos estar un día más, por nuestras familias y seres queridos, por los que nos tienden la mano, por los que nos aman.
Gracias Señor por estar presente en nuestras vidas, por las flores, los frutos, los colores.

Gracias Señor por los niños que, inocentemente, tanto aportan al mundo, gracias por los ríos y caudales de agua, por lo animales que en indiscutible armonía natural habitan el planeta.

Gracias Señor por amarnos tanto, sin límites, sin condiciones, sin discriminación, porque Tu amor es infinito Señor.

Gracias Señor por la bondad de los seres humanos y el incesante vuelo de las coloridas mariposas, por los lagos y las montañas, por las grandes pequeñeces simples del giratorio mundo, por lo inentendible de tu perfecta creación, gracias Señor.

Sin que las inagotables y sinceras gracias que en particular te doy, me impidan humildemente pedirte Señor que no permitas las también presentes injusticias en esta tu obra, la madre tierra; no las permitas Señor porque acongojan nuestro corazón y son cicatrices en nuestras alegrías, que solo y tan sólo Tú nos puedes dar y brindas íntegramente. 

Porque las cosas espléndidas que nos brinda Dios, en verdad que hay que agradecerlas e todo sentido, pero el vaivén de la vida nos compromete en el máximo del enredo y olvidamos el agradecimiento para mantenernos solo en la petición, aun cuando el mismo Cristo habla de pedirle a Dios, que Él os concederá.

No quita ello que nuestro compromiso debe ir más allá de la petición, para ser agradecidos con Él. Igual su Santísima Madre que siempre está presente en nuestro camino como protectora, guía el camino a seguir en las dificultades pero también es objeto de nuestro olvido.

No es común que usemos estos espacios para agradecer a Dios; pero si no lo hacemos con Él, entonces ¿quién es el más merecedor de ese agradecimiento? ¿La carne humana?; ¿cuántas veces hacemos peticiones a nuestro Dios? ¿Cuántas, sin realizar ningún pedido, solo agradecemos a Él?

Quien  tiene dificultades económicas pide al Señor, igual quien sufre del corazón, quien tiene problemas en el hogar lo hace, como también sucede con el estítico o quién va a presentar un examen. Humanamente ser Dios sería imposible ante lo agotador del cargo, si así lo podemos llamar… Y aun así ¿cuántas veces agradecemos al creador? Seguro la balanza de solicitudes, versus agradecimientos sin ellas, solo por todo lo que tenemos, está bastante desequilibrada. De hecho he pedido en este escrito.

Señor humildemente te digo, gracias por la vida; la vida que Tú nos has dado y que tanto nos ha dado. Gracias.

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