Adam Smith y John Maynard Keynes entendían la economía como una ciencia moral y no como una ciencia exacta que niega la subjetividad. El hombre no es un objeto sino un sujeto, y la economía debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía. Rompiendo así con los principios de la economía convencional de la acumulación y la competitividad, para transformarlos en solidaridad, cooperativismo y por qué no, compasión por el otro. Potenciando de esta manera a la comunidad, razón de ser del desarrollo, pero dirimida en cada individuo. No necesariamente porque haya desarrollo económico habrá progreso humano, y si no marchan paralelos, el desarrollo económico no se traducirá en desarrollo social, pero sobre todo, en crecimiento humano personal. El hombre es un individuo y no una masa como se pretende concebir lo colectivo.
Aunque en Cartagena la cobertura de los servicios públicos domiciliarios ha mejorado notablemente, y los presupuestos del distrito se han triplicado, no es concebible el crecimiento desmesurado de la pobreza, que llega a los niveles chocantes de la miseria. Algo estamos haciendo mal si la comunidad y sus individuos no son beneficiarios de ese bienestar. Si no se potencia al individuo como tal, lo colectivo no funcionará bien y la comunidad será un desastre como en efecto lo es, cuyos resultados son la descomposición social no solo de los sectores marginales donde es más peligroso aun (porque se convierte en delincuencia), sino de la sociedad en general, incluyendo a los estratos económicamente pudientes.
Siguiendo los principios del economista chileno - alemán Manfred Max-Neef (1932), Premio Nobel Alternativo de Economía, músico, ambientalista y filósofo, rector de varias universidades chilenas y miembro del Club de Roma: la economía ha de servir a la gente y no a la inversa. El desarrollo se refiere a personas no a los objetos. El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo y el desarrollo no necesariamente requiere de crecimiento económico.
Ninguna economía es posible en ausencia del medio ambiente. La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito, la biosfera, de allí que el crecimiento económico permanente es imposible. Las necesidades humanas no son infinitas y por lo tanto saciadas por el mercado. Al contrario, son finitas, son pocas y son clasificables. Las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas, lo que cambia es la manera de satisfacerlas.
Hay que propiciar desarrollos pero concibiendo lo individual. Cambiando al hombre cambiamos a su comunidad. Produciendo así un desarrollo a “Escala Humana”, que nos permita tener una ciudad donde los ciudadanos estén empoderados para que puedan tener control de las decisiones políticas, como por ejemplo, no vender el voto.
gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com
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