Columna


“Este puto país “

ALCIDES ARRIETA MEZA

24 de abril de 2014 12:02 AM

La frase es de Gabriel García Márquez, uno de los más grandes escritores que ha tenido el continente, orgullo de Aracataca, de Colombia, prodigio y genio del Caribe, expresada en el año 1986, cuando se entera del asesinato del director del periódico El Espectador.

Del realismo de Honoré de Balzac  y de Stendhal, al realismo mágico de García Márquez, están los límites propios de estas instituciones, el primero es la descripción concreta de los problemas  sociales y el segundo fantasía que se basa en la realidad, la realidad colombiana.

La referencia de nuestro genio novel fue un categórico rechazo a la violencia, a un estado inmoral de cosas, a la censura de la vida, a la libertad de prensa, tras el asesinato de una pluma, serena, valiente y lucida, la de don Fidel Cano.

“Este puto país,” que tiene todas las ventajas y condiciones para ser el mismísimo paraíso terrenal, hoy no lo es por cuenta de una dirigencia política corrupta que ha hecho del patrimonio del Estado una feria, pero lo será, no hay duda, aunque hoy esté más putiao que antes, por cuanto las crisis generan  sus propias  soluciones.

La sociedad colombiana está siendo empujada hacia la pérdida absoluta de valores, justificada en la cultura del sálvese quien pueda. El sentido de pertenencia por lo nuestro, el respeto por la vida, la integridad personal y moral de todos y todas, tiene solo un referente, un falso patriotismo, mediatizado en algún deporte, que nos hace sentir nacionales en los tiempos de juego, y mortales enemigos en el campo de batalla, en que se han convertido las ciudades colombianas por esa y muchas causas.

Este puto país, para reestructurarse, solo requiere retomar la esperanza, coraje, decisión y firmeza, para sembrar la cultura de la fraternidad, la hermandad, de la tolerancia, de la justicia  social, en el entendido, que el yo, no existe sin el nosotros.

El único camino de los colombianos es hacer renacer la esperanza, activar todas las formas de convivencia, es decir, institucionalizar el humanismo, sus valores universales, y colocar el respeto por la vida y la dignidad humana en el lugar que siempre debieron estar, en su carácter de valores inviolables.

La sociedad colombiana se resiste a colapsar, ha comenzado a reaccionar, está indignada,  la crisis actual es su reactivo más poderoso, por ello ha comenzado a catalizar los cambios de los modelos que han destruido la vida, la vida social, la vida natural.

Para lograrlo es preciso identificar los depredadores, extirpar los egocentrismos, sentir el dolor ajeno, saber que somos una nación, una familia, un solo país, capaces de superar las diferencias civilizadamente. No vamos a empezar de nuevo, pero necesitamos una nueva patria, un nuevo hombre de Estado, una nueva mujer de Estado, una sociedad en valores.

Sentemos los valores éticos de una nueva generación. Esta grave crisis social  y ecológica obliga a que los humanistas salgan de closet; que los estadistas reemplacen la inhumanidad, avaricia y codicia de los responsables directos del caos. Creeríamos que la democracia requiere una alta dosis de la ética, de la moral, etocracia, en donde predominen las virtudes humanas.

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profesoralcidesarrieta@hotmail.com

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