Columna


Esta pesadilla: la historia (6)

ROBERTO BURGOS CANTOR

12 de agosto de 2017 12:00 AM

En el viento de las pesadillas quedaron barriletes perdidos, voces de sensatez, clamores de compasión. El magistrado Reyes Echandía, el joven erudito Gaona Cruz, el culto educador Carlos Medellín. Y las filas de mujeres y hombres sin un zapato, la camisa incompleta, los ojos devastados por los gases. Los conducían a la casa del Florero donde respondían a los policías y militares con su solo aturdimiento, sin documentos.

Un día el recinto de gritos y bofetadas consagrado a la independencia, mostrará las ironías de la historia, la comedia de chapetones y criollos tendrá la placa de la estación siniestra a la cual muchos fueron conducidos y no se supo más.

¿Qué pudo impulsar a una guerrilla ilustrada a semejante delirio sangriento? Siempre la búsqueda del acto heroico como inmolación. Unos días antes fuimos a un restaurante suizo, en el centro, todavía vivo, de la Capital, a probar, invitados por el poeta Álvaro Mutis, el steak tartare que allí fue famoso.

Como era usual con el viejo Álvaro, así lo llamaba su hijo, las conversaciones podían navegar de Bizancio a su vida en México. Esta vez le preguntamos por algo difuso. ¿Cuál era el más colombiano de los presidentes de Colombia y su característica? Lo pensamos difuso porque la dirigencia del país hizo de la inautenticidad su sello.
Para nuestra sorpresa Mutis contestó que Rojas Pinilla. Le dijimos que habíamos creído que diría que Belisario Betancur, por su aprecio al Pielroja, el Renault 4 y el Everfit, amén del gusto por declamar. Dijo entonces una frase corta, sin explicación: Belisario es el más frío.

Ese noviembre de desgracias comprendimos la sentencia. Y de paso alumbró el entendimiento de la reiterada fe de Mutis: la monarquía. Entendí que el poeta reivindicaba la posibilidad de acogerse a un fuero más allá de las debilidades humanas, de la corrupción, de los intereses.

El poeta indagaba un designio Divino para lo que no podía confiarse a los hombres. Cuando consideraban convidar al poeta monárquico a Cuba, atribuyen a Fidel Castro esta reflexión: No veo el problema, al fin y al cabo ambos detestamos a la burguesía.

Se puede ver cómo mi generación estaba cerca de la infancia cuando la muerte de Gaitán produjo el levantamiento popular. Límite del comienzo. Y con los fracasos intermedios alcanzó el límite de esa orilla incierta de la juventud adulta.

La crítica a las armas, el apego al militarismo de los románticos de la transformación, los tribunales del ejército para civiles,  la represión estatal sin límites, las muertes de líderes de partidos políticos, solidificaron el desencanto.

¿Adiós a uno mismo?

Escritor

BAÚL DE MAGO
reburgosc@gmail.com

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