Columna


Espíritu renovador

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

24 de mayo de 2015 12:00 AM

El mejor regalo que nos dio Jesucristo es su Espíritu Santo presente en el mundo, quien nos renueva desde nuestro interior hacia afuera. Él ilumina a la persona para que transforme el corazón, las intenciones, la actitud y cultive hábitos positivos que conduzcan a vivir las virtudes humanas y sobrenaturales de la fe, la esperanza y el amor.

El Espíritu Santo vivifica todo, llena de vigor, energía, entusiasmo, coraje, fortaleza, sabiduría, entendimiento y sobre todo, colma de amor.
Cuando las situaciones humanas se viven abiertas a la luz del Espíritu Santo, se busca el bien por encima de todo, la justicia, la paz, la unidad, el amor y por el contrario, lejos de Él, el espíritu del mal nos desenfoca, nos concentra en apariencias, en asuntos pasajeros, en el egoísmo, la soberbia y todos los demás males.

La experiencia de los visitantes a Jerusalén el día de Pentecostés*, en el que podían escuchar a los discípulos hablando sus propias lenguas, entendiendo y recibiendo al Espíritu Santo, lo vivimos constantemente en nuestra Iglesia, presente en todos los rincones del mundo, llevando la buena nueva del evangelio en todos los idiomas y bautizando y llevando todos los sacramentos para que más personas podamos recibir el perdón de los pecados, nos hagamos hijos de Dios y nos renovemos con su poder.

El internet, la televisión y todos los medios de comunicación son inventos maravillosos que pueden facilitar la labor de la Iglesia para llevar el mensaje renovador del Espíritu Santo a más personas, irradiar mensajes constructivos que inspiren a progresar y ser mejores, sin embargo, también son utilizados para influencias negativas promoviendo una cultura de muerte, violencia, lujuria, avaricia, egoísmo y demás antivalores, propiciando como resultado infelicidad, desunión, discordia, divorcios, ansiedad, soledad y muchos males que nos agobian.

Estemos alertas y pidamos al Espíritu Santo el discernimiento para no tragar entero y analizar las cosas que nos presentan los medios, para que no nos influyan negativamente en nuestros comportamientos. Pidámosle que nos enseñe a vivir de manera íntegra con bondad y amor.

El Espíritu Santo nos despierta la conciencia, nos invita a obedecer las leyes divinas como camino de libertad, integridad, justicia, bien común, aún en medio de sacrificios y dificultades.

¡Ven Espíritu Santo, manda tu luz desde el cielo, renuévanos interiormente y renueva la faz de la tierra. Ayúdanos con tu gracia a construir un mundo mejor, lleno de justicia, paz, unidad y amor y todo lo demás lo obtendremos por añadidura!
*Hch 2, 1-11;  Sal 103; Co (12, 3-7. 12-13) Jn (20, 19-23);


*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

 

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