Adecuada la avenida Pedro de Heredia para Transcaribe, los caminantes celebramos las espaciosas zonas peatonales que lucía. No pensamos que cualquier cantidad de talleres automotrices, almacenes de partes, mueblerías y las diferentes exhibiciones comerciales coparían lo que han querido llamar como espacio público, pero que, a la hora de la verdad, para transitarlos, en muchos casos hay que bajarse de la acera.
Desde la glorieta de La Esperanza, pasando por Bazurto, hasta la bomba Texaco, sabemos que siempre ha sido un caos, no sólo para peatones, sino para la movilidad vehicular, incluso, no hay zonas peatonales, pero el resto de esta avenida está afectada por lo comentado.
En mi barrio Alto Bosque, concretamente en la transversal 53 A, donde resido, un vecino decidió poner un taller de sincronización automotriz; él es uno de los tres moradores de la casa 91, y su apartamento está contiguo a mi terraza, y en plena calle, o sea, en el espacio público funciona dicho taller.
Introduce las partes en una ponchera con gasolina a escasos metros de mi residencia, y la brisa desde hace varios años inunda todo su interior. No contento con esto, el monóxido de carbono de los carros a sincronizar, el ruido de un compresor y las tertulias de los propietarios de vehículos, alteran la tranquilidad de mi hogar.
En vista de la gravedad de los hechos le envié una carta, en donde le pedía con todo respeto que considerara la situación, y conseguí fue un insulto en donde me increpó con palabras que no ameritan estar en este texto y gritó: “haga lo que quiera”.
Fui a la Inspección de la Comuna 10 y en tres ocasiones, el señor inspector me comentó las sendas medidas que tomaría. A los 3 meses, en vista que no se manifestaba, le pasé un derecho de petición y se lavó las manos como Pilatos. “Le informo que di parte a la Policía Nacional, que pasen por el lugar, si comprueban el funcionamiento de taller alguno como usted dice, le extiendan un comparendo”.
Con la copia de esa notificación me acerqué al CAI, vecino de la Inspección, y una señorita y un agente me informaron que llamara cuando viera al propietario del taller reparando algún vehículo. He llamado tres veces, en la primera me comunicaron que no había patrulla disponible; en la segunda, me dijeron: ¿está pintando?, les dije que no, que estaba hastiado de esos olores tóxicos, y no me dieron crédito; en la tercera, me expresó la persona: “salga y esté atento, que va el cuadrante”, pero éste nunca llegó.
Ojalá alguien lea esta columna y me dé luces, adónde debo ir para que esta irregularidad no siga, una autoridad competente que vele por mi honra, vida y bienes, y lo más importante, le creen la conciencia a este ciudadano que está en el lugar equivocado.
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