En el estudio del presupuesto que hoy debatimos en el Concejo, nos inquietan los porcentajes para gastos de la inversión, así: 84% para fuentes de destinación específica y 16% para fuentes de libre inversión, situación que nos lleva a reafirmar la doble moral tributaria de algunos sectores y de la ineficacia de la Hacienda pública a través de los años, que no ha podido controlar la evasión. Al comparar las proyecciones por recaudos de la delineación urbana reafirmamos que teniendo nosotros un gran ‘boom’ de la construcción y equiparando resultados con ciudades semejantes, cabe preguntar por qué no ingresan esos recursos.
Las audiencias públicas que realizamos para que participen y opinen los diferentes sectores sobre la confección presupuestal, queda convertida en una quimera por la escasez de los recursos de libre destinación, que no permite apoyar inversiones de iniciativa ciudadana. Esta frustración se dimensiona por la inestabilidad actual del ejercicio público, preocupándonos aún más, cuando se anuncia la posibilidad de una nueva elección de alcalde para escoger al sucesor de Manuel Vicente Duque. Para ello hay en la palestra una variedad de aspirantes que superan los posibles avales a conseguir, augurando todavía la existencia de algunos participantes que piensan que ser alcalde solo es un acto de fe.
Las discusiones de un presupuesto y la revisión para el plan de desarrollo podrían perderse por la novedad, para lo cual sería interesante, de darse las elecciones, que los candidatos pudiesen adoptar el plan de desarrollo actual, que si bien tiene incluidas soluciones para necesidades que se requieren, lo que necesita es vigilancia de la ejecución de los programas, sobre todo de las capacitaciones, de las que ya es hora de entregarles su manejo a las universidades en donde por las especializaciones y el manejo académico creceríamos en cobertura y transparencia; la prevención y programas de la salud pública de igual manera deberían distribuirse por localidad a las universidades de Cartagena, del Sinú y a la Rafael Nuñez, en donde los estudiantes de los últimos años de odontología, medicina, enfermería, trabajo social, entre otros, se especializarían de manera práctica en acción preventiva; y por número de profesionales ganaríamos cobertura, inclusión y apoyo a la academia. Hoy Cartagena no soporta más improvisación: no es lo popular, lo privado, lo público y lo radical lo que predice si es buen o mal gobernante, es su experiencia, su espíritu conciliador su autoridad y que se atreva a las locuras cuerdas de adoptar el actual plan con la paciencia de fabricar planes maestros que blindados en el tiempo proporcionen un desarrollo.
*Concejal
César Pión González*
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