Columna


El discurso

MIGUEL YANCES PEÑA

13 de agosto de 2018 12:00 AM

Me ha sorprendido la reacción desproporcionada de algunos ciudadanos frente al discurso del presidente del Senado en el acto de posesión del presidente de la República, porque no le encuentro fundamentos. Es apenas normal que, para cerrar un ciclo o archivar un caso, se haga un resumen que deje las cosas claras. Se hizo, y con datos oficiales que se pueden consultar; leídos, no recitados de memoria para mayor credibilidad.

No es muestra de que se seguirá insistiendo sobre el tema como ya ripostó el antiuribismo, demostrando más violencia que la que le atribuyeron al discurso. Al contrario, es dejar establecida la “verdad” que se nos ocultaba sin pretender “juzgar” a nadie, para eso está el poder judicial; e identificar lo que se hizo mal para “repararlo” y evitar su “repetición”. Lo mismo que tanto se repite en el acuerdo con las Farc: verdad, justicia, reparación, y compromiso de no repetición. ¿A qué viene entonces esa alharaca?

Por lo demás, era obligatorio hacer un corte para saber de dónde se parte; asignar las responsabilidades, y poder medir los nuevos logros: el antes y después de “la horrible noche”. Además, desmentir a Santos en el mismo escenario en que mintió, y de paso, aplicarle al menos, la menos severa de las sanciones: desenmascararlo, desnudarlo, a fin de que no quede como enseñanza de que “la trampa paga”. No vale la pena gastar más espacio en este asunto. Lo dicho, dicho está, y no fueron mentiras, de lejos se ve que fue el trabajo de la comisión de empalme. Las consecuencias de decir la verdad no pueden ser otras que brindar confianza, y ganar credibilidad; y eso es bueno para todos.

Lo que se percibe es que la oposición que se ha anunciado no será nada diferente a criticar y llevar la contraria en todo, sin ningún fundamento, sin contrapropuestas, y sin ningún esfuerzo mental. Y mucha movilización social en la que se explota el descontento natural manipulándolo; se promueve el odio de clases, y el odio al expresidente Uribe, que hacen ver como oposición. No se tratará de lograr imponer políticas, leyes, programas que beneficien el sector que dicen representar (¿?), sino de entorpecer, trabar la rueda del gobierno, no dejarle gobernar, para poder ser opción dentro de cuatro años: es el nuevo escenario de la guerra que continúa sin haber abandonado del todo el anterior.

La estrategia para ganar gobernabilidad no es enfrentar a la oposición como se hizo contra el CD cuando lo era (esa sí racional y constructiva); ni comprarla como lo hizo el anterior gobierno con todo el que prefirió venderse, eso es corrupción; sino dejarla sin argumentos, sin respaldo social, con buen gobierno. Nos recordaba Fernando Londoño del libertador, que “… no son las leyes, sino los hombres los que resuelven los grandes problemas”. Esa es la tarea: con buen gobierno y buen ejemplo, construir un hombre colombiano mejor que el que Santos nos dejó.

movilyances@gmail.com

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