Columna


Diatriba contra las ideologías

NICOLÁS PAREJA BERMÚDEZ

30 de marzo de 2017 12:00 AM

Tras la caída del comunismo en Rusia, la izquierda no ha podido encontrar su sentido universal. El fracaso soviético, con el reconocimiento de la naturaleza totalitaria y dictatorial de ese régimen, produjo un malestar que no ha podido superarse.

Si bien el socialismo europeo despertó la ilusión de reinventar la izquierda, la imposibilidad de sostener los gobiernos progresistas muestran que no hay un norte que permita concentrar a los partidos de esas ideologías en el viejo continente, cada vez más angustiado por el renacer de los partidos post fascistas que aprovecharon las inconsistencias de los progresistas.

En América ocurrió algo peor: las ilusiones que despertó el Socialismo del Siglo XXI se desvanecieron ante el fracaso de la revolución bolivariana y el decepcionante desempeño de gobiernos de países unidos a esa corriente, venidos a menos especialmente por la omnipresente corrupción y el abuso del poder.

En la derecha no hay mejores historias: los excesos cometidos en nombre de las leyes de mercado y de la libertad individual, con el menosprecio a la frustración de las masas desesperadas por la falta de justicia social, inclusión y solidaridad, más la corrupción en una cultura cada vez más superficial y hedonista, van acabando con lo poco que queda de credibilidad en maltrechos partidos de centro y derechas.

La suma de estos factores tienen a las grandes mayorías perplejas: parece que no hay con quién salir de este periodo oscuro de la historia reciente. Ningún partido, ninguna ideología, ofrecen razones merecer nuestro apoyo.

Pienso que en la práctica las ideologías nos hacen daño, pues a sus adalides no les importa la justicia social sino defender los intereses que promulgan desde sus doctrinas, aun con desprecio de la verdad. Quizá lo que nos pasa a los desencantados de los partidos políticos y las ideologías que dicen representar, es que no queremos más intereses ocultos, sino la revelación de verdaderos heraldos del desarrollo sostenible, incluyente y justo, sin ataduras a viejas escuelas filosóficas que ya no interpretan a las mayorías, y sólo sirven para disimular las malsanas intenciones de los que aspiran al poder para implantar sus apetencias, usando a los desesperados que venden su futuro y su alma por una dosis temporal de aparente bienestar.

Tremenda encrucijada la de las mayorías desencantadas: aterrados por la amenaza de la entronización de populistas y totalitarios, pero huérfanos de alternativas políticas que merezcan acogimiento y respeto.

*Abogado

npareja@np-asociados.com

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