Columna


¿De quién es el fracaso?

CRISTO GARCÍA TAPIA

19 de abril de 2018 12:00 AM

Acerca del “fracaso” del periodismo colombiano en 50 años de violencia, reflexiona María Elvira Bonilla, directora del portal Las 2 Orillas, concluyendo con un mea culpa por el “errático” cubrimiento de los medios en esa travesía de medio siglo por la doliente geografía de nuestras violencias históricas.

Si reduce periodismo al cubrimiento de un hecho aislado del contexto en el que, y el por qué ocurre tal hecho, o a la escueta noticia y su correspondiente foto, y a algunas crónicas, pocas para un periodo bastante extenso e intenso, es posible que no ha lugar a ese sentimiento de culpa que, como el manifestado por María Elvira, deja una profesión que, ni es la más hermosa del mundo, ni es autónoma e independiente como de ella se pregona.

Desde sus vivencias y visión de treinta años haciendo periodismo en Colombia, no cabe duda que sus reflexiones y ejercicio continuo y el de sus colegas, ha estado signado por la violencia como materia prima de ese hacer cotidiano, pero no es menos cierto y posiblemente sin proponérselo ni asumirlo como tal, ni contradiciendo reglas, principios y valores de su profesión, construyendo noticia para la inmediatez, registro y difusión de una mercancía más.

Aislado de las múltiples variables y condicionantes que confluyeron para su ocurrencia y consecuente elaboración como narrativa para el consumo masivo, nunca o excepcionalmente complementada con un análisis objetivo, imparcial, ilustrativo, de las causas que la generaron; incapaz de provocar en ese consumidor pasivo y condicionado una lectura reflexiva que vaya más allá del hecho violento, a la vez que lo sensibilice y predisponga a modificar su visión, comportamiento y actitudes de cómplice silencioso de las sucesivas violencias en las que está inmerso y es víctima.

Por ejemplo, las masacres, desplazamientos y despojo de sus tierras a los campesinos, el asalto a una patrulla policial o el combate entre soldados y guerrilleros, todos sucesos de común y dolorosa ocurrencia en nuestro mapa de violencias inducidas, consentidas y utilitarias, no debería asumirlo y reducirlo el periodismo únicamente a noticia y registro gráfico de un hecho de sangre; a narrativa de metáforas de la pelea de aquellos protagonistas, víctimas todos, contra la selva para subsistir o sobrevivir.

Esa pelea, que es en realidad de la selva que es el poder, las mafias, el narcotráfico, la corrupción, la violencia y el miedo, que se volvieron institucionalidad de hecho contra unos y otros de aquellos, lo sabe y reflexiona el periodismo, pero pocas veces o nunca lo analiza, dice y expone de manera imparcial y objetiva en sus medios que, tampoco son el periodismo ni el periodista ni sirven el interés y fines superiores de la sociedad.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS