Columna


Corsarios de la Nación

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

08 de mayo de 2018 12:00 AM

Con la postulación de candidatos que aspiraron a la primera magistratura de Cartagena se hicieron públicos una gran cantidad de señalamientos, acusaciones, y supuestos, de actuaciones pasadas y lo que sería el futuro de la ciudad.

Primó más la bandera anticorrupción y los malintencionados comentarios por las redes sociales, que los mismos programas y planteamientos lógicos  para un año y medio de gobierno que debe ser proyectado al 2033.

Los discursos y los escritos combinaron incriminaciones y apelativos de piratas a la clase política, hecho que me llamó la atención por el origen de estos hombres de mar que buscaban barcos cargados con riquezas, y que, con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón se les proporcionó a ellos, una nueva alternativa por esta novedosa ruta de las naves españolas que salían cargadas del saqueo de nuestra Cartagena para el reino de España, quien no solo descubrió nuevas tierras, sino que también encontró algo que era el sueño de todo reinado; fortalecer las arcas con enormes cantidades de oro y plata, resultados de las conquistas.

Pero ese saqueo de naves obedecía a una estructura y estrategia de reinados que me obligó a leer nuevamente la relación entre piratas, bucaneros, corsarios y filibusteros, que persiguieron galeones desde su salida del mar Caribe hasta la llegada a España, atacando entre otros también a naves portuguesas. Muchos de estos abordadores de naves fueron fomentados por los reyes en la denominación de corsarios, ungidos con la protección real.

Esta sociedad que llevaba a que los piratas obtuvieran protección y pudiesen aprovisionarse con el visto bueno y la consideración de la marina real, finalizaba en un beneficio de parte del botín para reyes y corsarios, que eran destacados como auténticos héroes de la patria amparados por una patente otorgada por el país, la “patente corso”, y que gracias a ello podía ejercer la piratería contra naves de países enemigos.

Hoy se me dio por pensar que el Distrito plantea nuevas rutas para el desarrollo económico y muchas de esas rutas se enmarcan en las concesiones, puertos, zonas francas, marinas, contrataciones y proyectos inmobiliarios al lado de la mar.

Si bien son necesarias para el crecimiento económico de la ciudad, se permiten las patentes en funcionarios y sectores de la economía que sin disparar una bala de cañón, a fuerza de la norma y un POT y un PEMP desactualizados, trasladan los beneficios a otros reinados, convirtiéndose  Cartagena en un escenario del siglo XIII.
 

*Concejal de Cartagena

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS