Columna


¡Con las manos de Dios!

DUMEK TURBAY PAZ

20 de septiembre de 2017 12:00 AM

Hace algunos días, cuando se precipitó la crisis de los campesinos de los Montes de María por la pérdida inminente de su cosecha de ñame, necesitamos idear algo que mitigara la urgencia que se vivía. No podíamos permitir que los campesinos, después de sortear solos las calamidades de la guerra, tuvieran que enfrentar ahora la indiferencia del Estado.

En ese momento, surgió la idea de abrir y promocionar un espacio en el que el ñame y los campesinos que lo cultivan fueran los protagonistas, que los visibilizara nacional y localmente, y que permitiera que pudieran vender por lo menos una parte de esa cosecha que se estaba perdiendo. A ese espacio lo llamamos el “Ñametón”.

Y como un milagro, esa idea empezó a tomar forma y a ella se empezaron a unir múltiples manos que la cristalizaron. Una vez más el servicio público, tan lleno de tribulaciones y dolores de cabezas, con la ayuda de mucha gente nos permitió superar la crisis y convertir la frustración de los campesinos en nuevas ilusiones.

La noche antes de la jornada nos angustió la idea de que la estrategia no resultara, pues no quería sumar a los campesinos una nueva desilusión. Pero en la medida en que se hacían colas interminables y que se desocupaban los camiones cargados de ñame, la alegría prudente de la mañana se convirtió en risa contagiosa por la tarde.

Maravillosa, casi milagrosa, fue la lección de solidaridad que dieron los cartageneros, incluso gente de otras regiones, que demostraron que el corazón de esta nación es infinitamente grande. Sin duda hemos empezado a entender que el mejor de los caminos para llegar a la paz es la fraternidad, como lo ha enseñado el papa Francisco.

Hemos sentido en estos días del “Ñametón” el gran espíritu de solidaridad de los cartageneros, y tantos otros colombianos que se han sumado, y lo agradecemos profundamente.

Sabemos que la estrategia del “Ñametón” no es la solución al problema estructural del campo de Bolívar, pero queríamos visibilizarlo y ponerlo en la agenda del Gobierno nacional.

La solución incluye ampliar toda nuestra oferta agrícola en los mercados locales y globales, y para eso tenemos que hacer competitivos todos los productos en los que somos fuertes, con ciencia, tecnología e innovación para generarles valor agregado.

También fortalecer las organizaciones campesinas para que directamente coloquen sus productos en lo que hemos denominado el gran mercado campesino de los Montes de María, para evitar que sean los intermediarios quienes se queden con la plusvalía del trabajo del campo.

Este es el tan mencionado enfoque territorial de la Reforma Rural Integral, columna vertebral de los acuerdos de paz, que debe ser construido desde los territorios escuchando a sus campesinos y sintiendo sus dolores, para que todos sepamos el valor sagrado del ñame y de tantos otros productos cuando son cultivados con las manos de Dios.
 

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