Columna


Comenzó la largada

NICOLÁS PAREJA BERMÚDEZ

12 de octubre de 2017 12:00 AM

Con la recolección de firmas por varios candidatos y las recientes encuestas con tendencias, posibles escenarios y conveniencias para coaliciones de todo el espectro político, arrancó en firme la campaña presidencial. Y comienza también el temor de no encontrar uno que valga la pena en el menú de los opacos y desprestigiados partidos, y los movimientos nuevos y de siempre. Qué vaina tener que pensar en que escoger al próximo presidente supondrá no votar por el que uno quisiera, sino por el que tenga menos potencial de daño. ¡Terrible!

Y ya vemos cómo nos quieren vender, expresidentes y líderes de todos los pelambres, que las ideologías políticas serán el factor confluyente de las candidaturas para una segunda vuelta que parece inevitable. ¡Ni modo de creerles! El verdadero factor que unirá a las distintas vertientes políticas será la lucha por preservar el poder o por retomarlo o por conquistarlo… como siempre, pues de eso se trata nuestra venida a menos política real, esto es, de las artimañas para conservar el poder el mayor tiempo posible y al costo que fuere.

Cómo no recordar al polémico Pío Baroja, con la célebre afirmación de que la única diferencia entre conservadores y liberales es que los primeros se llevan mucho de una vez y los otros poco de muchas. ¡Así estamos! Con los años uno ve que las ideologías son solo una coartada que sirve a quienes ostentan el poder para su propio beneficio y para los de su cuadrilla; contrario a la ética, que no tiene color de partidos ni ideología, porque es el conjunto de normas que sustentan la mejor versión del ser humano. ¡Y vaya si ese concepto se extravió de la senda de nuestros partidos y movimientos políticos! Sería preferible que los candidatos, en vez de ofrecernos pactos ideológicos, se atrevan a hacer compromisos alrededor de la ética.

Aunque aún hay tiempo para que se presente un aspirante con el cual sentirse identificado, debemos prepararnos para las mise-en-scéne de los aspirantes cínicos, vendiendo ideologías que sólo son las bases de los conciertos para delinquir que todos patrocinamos con nuestra complicidad o con nuestra cobardía o con nuestro silencio. Y lo digo no como un impoluto ciudadano, sino desde la esquina del pecador arrepentido, que sabe que a pesar del pasado imperfecto, anta tanta injusticia, hay que atreverse a cambiar, volver a los valores básicos y comprometerse por un mañana mejor, en el que se privilegie a los más débiles, sin exclusiones, obrando de buena fe y con espíritu de servicio. No deberíamos exigirnos menos, ni exigirles a ellos menos que eso.

*Abogadonpareja@np-asociados.com

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