Históricamente en Cartagena no es muy agradable lo que muestran las estadísticas en cuanto a pobreza, seguridad, salud y cultura, cuyos resultados sorprenden a quienes al conocerlos, se enfrentan a la cruda realidad de una ciudad dividida en contrastes de inmensas proporciones.
Damos una mirada a sectores como Colinas de Villa Barraza, Nuestra Señora del Carmen, Villa Rosa, Zarabanda, Isla de León, Arroyo Grande, Cerros de Albornoz y otros, donde las necesidades básicas insatisfechas son su común denominador.
Sólo en ésta última hay más de 4.000 familias sin agua potable, con índices alarmantes de pobreza, falta de cobertura en educación, desempleo, inseguridad, sin servicios públicos esenciales. Encontramos un índice de NBI de 80,1% convirtiéndose en el más alto de la ciudad.
En estas comunidades vemos ese contraste que hace de Cartagena una ciudad verdaderamente “fantástica”, pues se levantan asentamientos al lado de la zona Industrial de Mamonal, una de las más importantes del país, siendo sus pobladores unos vecinos poco deseables para estos emporios; estas comunidades donde algunas tienen más de dieciocho (18) años de estar ahí, sin que la Administración se haya preocupado por entrar a definir la legalización de sus viviendas y servicios públicos de la mano con quienes ostentan la titularidad de los predios.
Es ahí donde nos preguntamos ¿quién responde?
Debemos hacer visible a esta población, pero se hace más oscuro el panorama cuando no existe ni siquiera un mapa de riesgo que permita tomar acciones preventivas frente a posibles amenazas de desastres naturales, pues estos asentamientos se levantaron unos en zonas de alto riesgo ante la mirada permisiva de las autoridades y de algunos particulares, lo que implica la necesidad de revisar el POT y aplicarlo en beneficio de estos habitantes.
En el trabajo de acompañamiento que hemos adelantado en estos sectores, escuchamos el grito desesperado de una ciudad invisible para muchos. Se exigen acciones inmediatas para lograr el equilibrio social, llegó la hora de pensar en el estado-región y no más en el estado-nación, estamos seguros de que con programas de inversión económica coherentes y ajustados al desarrollo cultural se podrán fortalecer estos sectores, y en sentido reciproco, reclamar de la comunidad desde propuestas de “inteligencia creativa” hasta proyectos de alta gama industrial que sean tenidos en cuenta para entre todos ser gestores de recursos que apoyen el desarrollo social.
Hemos comenzado a tomarlos como población objeto de estudio para la aplicación de políticas de desarrollo endógeno, con fortalecimiento del capital social, buscando el empoderamiento comunitario y con la obligación de acabar con el gran problema ambiental que se ha generado en esta zona ante tantas familias sin saneamiento básico.
*Concejal de Cartagena partido liberal
protocolo@concejocartagena.gov.co
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