Columna


Bienvenidos a la libertad

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

25 de noviembre de 2014 12:02 AM

Pero hay cosas pendientes para aclarar por parte del general Alzate y decisiones por tomar por parte del Gobierno y las Farc para que el proceso de paz de La Habana no sea tenido como una farsa por el pueblo colombiano. Ya hemos escrito mucho sobre la necesidad de humanizar la guerra y en ese sentido, la posición del Procurador General de la Nación ha sido clara y perentoria. Las mismas exigencias plantea la ONU a través de su representante en Colombia. Sin necesidad de pactar el cese de fuego de manera bilateral o unilateral, como se ha sugerido.

Sería indispensable solo acordar en La Habana someterse todos a las reglas del DIH dentro de la confrontación armada. Porque si hay real voluntad de paz, sólo así se crearía el ambiente propicio para que el proceso de paz adquiriera prestigio y el referendo, viabilidad para ser aprobado. Y no, dentro de la guerra sucia, donde se pueden seguir cometiendo hechos más graves que el de haber hecho rehén a un general de la República, según lo declarara paladinamente uno de los comandantes de la Farc, cuando opinó sobre lo ocurrido al General Alzate.

Y pruebas al canto: un joven teniente de la policía caería asesinado y siete más heridos en Gorgona dos días después de haber hecho esas terribles  declaraciones el vocero de las Farc; crimen cometido en asalto planeado a mansalva y sobre seguro. 

¡Vaya cobardía, vaya insensatez de las Farc! ¿Por qué? ¿Es así como aspira a que el pueblo les dé el aval en el referendo para gozar de la representación política en el Congreso y para que, de contera, se les aplique la justicia transicional con la idea de que no vayan un solo día a la cárcel, como lo pretenden?

Seguramente se nos recordará que así fue previsto cuando el gobierno inició las negociaciones y que por tanto, deben apreciarse tales crímenes atroces como “hechos normales” de la guerra que se pactó proseguir hasta cuando se firme la paz, y los cuales, pese a su gravedad, no tendrían incidencia alguna en las negociaciones de La Habana. Y que lo propio podría decirse de los bombardeos sin control y de los falsos positivos que se les atribuiría al Ejército, si éste los cometiera durante el desarrollo del conflicto.

¡Hechos normales!, nos dirían los negociadores de La Habana porque se pactó que todo se valiera mientras se firma la paz. 

Con esa postura antiética, repugnante, no estamos de acuerdo quienes queremos que termine la guerra, pero bajo otros parámetros morales ajustados a las reglas del Derecho Internacional Humanitario. Y carecería de presentación ética alguna que las negociaciones prosiguieran con la sola liberación del general Alzate, mientras sesenta civiles sigan secuestrados por las Farc.

¡Sería una discriminación intolerable!  

*Ex congresista, ex ministro, ex embajador
edmundolopezg@hotmnail.com 

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