Columna


Bicicleta de Troya

LUIS MIGUEL BOLÍVAR

21 de abril de 2017 12:00 AM

Cartagena debe estar celebrando la gran apuesta por usar la bicicleta, el medio de transporte más limpio y saludable que existe. Por ello, son primordiales los estudios que el gobierno de Holanda le aporta en calidad de donación. Con más de un millón de habitantes, un transporte masivo al límite y un proyecto de fomento de su uso, la ciudad se convierte en “pulpa” para los fabricantes de bicicletas, de sus partes y accesorios.

Con el gesto de la embajada de ese país de regalar una bicicleta a un cartagenero, también se abre espacio a las compañías extranjeras para explotar el mercado local. Que no se ponga en duda la generosidad de los holandeses, pero que tampoco se desaproveche la ocasión de generar empresas locales, de concertar transferencia tecnológica y volvernos productores y no meros consumidores.

Holanda tiene 17 millones de habitantes y 18 millones de bicicletas; es el quinto productor de bicicletas a pedal y el segundo de bicicletas eléctricas de Europa, por lo que su mercado interno está saturado. La producción y venta se ha venido reduciendo desde el año 2000 al tiempo que, curiosamente, el empleo de la industria aumenta. Según la Confederación de la Industria Europea de Bicicletas, sus fábricas hoy generan cerca de 3.300 empleos en la producción de bicis, partes y accesorios. Necesitan que su industria crezca tanto como Cartagena precisa generar más empleo.

Como ciclista urbano y propietario de bicicleta holandesa pienso en nuestra industria metalmecánica. Es un renglón que puede transformarse, generar sinergias, redes y colaboraciones para desarrollarse. La ciudad tiene una ensambladora de motocicletas y vehículos pesados, pero al mirar qué tipo de empresas son buena inversión para atraer, hallamos mucho más ventajoso albergar negocios que sumen al desarrollo sostenible de la ciudad.

Para que el fomento al uso de la bicicleta y el regalo adornado de naranja mecánica no se conviertan en un caballo de Troya, se deben coordinar los actores que pondrían en marcha un verdadero ‘ciclosistema’: productores de tecnología, universidades y centros de formación, inversionistas extranjeros, empresarios locales y entidades de gobernanza industrial.

Y para que no se confunda la política de transporte en bicicleta con el lanzamiento de una aplicación o con meras jornadas de concientización, los estudios donados deben ayudar a determinar desde rutas, infraestructura y señalización, hasta horarios, servicios conexos y, evidentemente, la inserción de la industria local. Es verdad que los problemas urbanos de Cartagena también pueden tener soluciones locales.



 

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