El peor cáncer de una nación es la corrupción y la impunidad. En 1824, Bolívar promulgó uno de los decretos más famosos de la época, para frenarlas ambas, ya que socavaban a la recién liberada y nacida república. Sabía que sin medidas extremas, la libertad de las cinco naciones peligraba.
Para que se cumpliera la orden de fusilamiento decretada por el libertador Simón Bolívar, aplicando la pena capital a unos funcionarios públicos, decretó lo siguiente: aplicación de la pena capital a los funcionarios que hayan tomado dinero de los fondos públicos.
Teniendo presente, primero: que una de las principales causas de los desastres de la república, ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos por algunos funcionarios; segundo: que el único medio de extirpar radicalmente este desorden es dictar medidas fuertes y extraordinarias, he venido a decretar y decreto: Artículo 1. Todo funcionario público a quien se le convenciere de haber malversado o tomado por sí de los fondos públicos de más de 10 pesos, queda sujeto a la pena capital; Artículo 2: los jueces a quienes según la ley compete este juicio, que en su caso no procedieren conforme a este decreto, serán condenados a la misma pena capital; Artículo 3: todo individuo puede acusar a los funcionarios públicos del delito que indica el artículo 1; Artículo 4: se fijara este decreto en todas las oficinas de la república. Imprimase, publíquese y circúlese. Lima, Perú 12 de enero de 1824.
En Colombia ya no existe la pena capital, pero sí hay un deber para quienes tienen la responsabilidad de investigar la corrupción y la impunidad (Contraloría, Procuraduría y Fiscalía) con transparencia y honestidad, poniendo ante los jueces a los culpables, y quienes tienen la responsabilidad de imponer las penas (jueces y magistrados) lo hagan sin temblarles las manos al aplicar la ley. Quienes no cumplan con sus obligaciones, deberían ser condenados a pagar una pena mayor a la que dejaron de investigar y / o sancionar. Esta podría ser una de las formas de combatir este flagelo enquistado en el país y nuestra sociedad. Rescatar los valores de ética, pulcritud y honestidad, es y será una tarea titánica de toda nuestra sociedad, donde dichos valores deben nacer en el seno de la célula social que es la familia, siendo responsables los padres y luego los colegios y universidades, siendo responsables los profesores. Sino, estamos condenados a pagar sobrecostos y ser señalados como uno de los países más corruptos.
Decía Bolívar con respecto a la corrupción e impunidad: “La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y la impunidad de los delitos, sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la república”.
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