Columna


Alegraos y regocijaos

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

06 de mayo de 2018 12:00 AM

Así se llama la nueva exhortación apostólica del papa Francisco, “Gaudete et exsultate”, que nos recuerda el llamado universal a la santidad, a dejarnos llenar de la gracia y a vivir de manera responsable la propia misión de vida. Te animo a leerla, meditarla, vivirla.

Resumiendo algunas de sus ideas, nos dice el papa Francisco: “No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo”.

Hay dos herejías que se siguen manifestando en el mundo moderno: el gnosticismo, que exalta indebidamente el conocimiento o una determinada experiencia, considera que su propia visión de la realidad es la perfección. El pelagianismo hace creer que el asunto de la santidad descansa solo en la voluntad propia y no en acoger la gracia de Dios. Jesús nos invita por el contrario a conocer la voluntad perfecta de Dios y  a dejarnos moldear por su gracia.

Nos enseña que son sinónimos ser bienaventurado, ser feliz y ser santo. Define al santo como persona que es fiel a Dios, vive su palabra y con la entrega de sí, alcanza la verdadera dicha. Cristo refleja su rostro en las bienaventuranzas, nos invita a escucharlas dejándonos interpelar por él para cambiar de vida.

La santidad es ser pobres en el corazón porque solo se llena de Dios; la humilde mansedumbre que nos lleva a vivir en la voluntad de Dios; saber llorar con los demás, llorar los propios pecados y buscar el consuelo en Dios; buscar la justicia con hambre y con sed; mirar y actuar con misericordia, reconociéndola como el corazón palpitante del evangelio, la llave del cielo; mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor; trabajar por la paz y sembrarla a nuestro alrededor y aceptar cada día el camino del evangelio con valentía, aunque nos traiga problemas.

Nos exhorta a una sana y permanente insatisfacción, haciendo eco a los obispos de Canadá para animarnos a construir un mundo en el que se restauren los sistemas sociales y económicos justos, donde nadie quede excluido. Nos alerta de todas las ideologías.

El hedonismo, el consumismo, nos plantean un modelo de vida que puede concentrarnos excesivamente en nosotros mismos y volvernos indiferentes ante las necesidades de los demás.

Nos convoca a vivir la santidad en la vida cotidiana, en la familia, en el trabajo, en la sociedad. Vivir y enseñar las virtudes cardinales y abrirnos a las sobrenaturales con la ayuda de la gracia. A unir la oración individual y comunitaria, la contemplación y la acción así como hicieron grandes santos que nos demuestran su fecundidad, como San Francisco de Asís, Santa Madre Teresa de Calcuta, San Vicente de Paúl y otros tantos santos.

¡Alegraos y regocijaos! El evangelio sigue invitándonos a vivir una vida diferente, más sana y más feliz.

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial

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