Mensaje de error

Notice: MemcachePool::getstats(): Server 127.0.0.1 (tcp 11211, udp 0) failed with: Connection refused (111) in require_once() (line 19 of /home/www/www.eluniversal.com.co/mundial/rusia-2018/sites/all/modules/memcache/memcache-lock.inc).

Locura colectiva en Samara

Fanáticos colombianos en Rusia 2018.

Locura colectiva de los colombianos en Samara luego del paso a octavos de final // EFE Julio Muñoz


CARLOS CABALLERO

Jue, 06/28/2018 - 20:08


El ambiente en la antesala hacía presagiar lo mejor para Colombia. Había buena vibra, miles de colombianos mostraron su amor de patria, ese que les ha merecido ganar un reconocimiento internacional.

Y otra vez de local, eso es ya una costumbre. El colombiano sigue a su selección del alma a donde vaya y el Cosmos Arena de Samara no sería la excepción.
Las graderías se vistieron de amarillo, azul y rojo, los colores que más se ven en las sedes en donde juega Colombia. La intención era la misma: hacer que los jugadores se sintieran como en casa. Y así sería.  
Los hinchas le apuntaban a ver las jugadas de James, los goles de Falcao, las gambetas de Cuadrado y las atajadas de Ospina, pero más allá de Colombia lo que pedían desde lo más profundo de sus corazones era celebrar una victoria de la tricolor.
El marco era espectacular, único, con  banderas, bufandas, sombreros, caras pintadas, pitos, cánticos, toda una alegría, miles de corazones unidos en un mismo propósito y una fiesta que simbolizaba la alegría de un pueblo.

El Tigre Falcaoooo
“El Tigre Falcaooooo, El Tigre Falcaoooo”. Con esa frase los hinchas recibieron a Colombia cuando ingresó al terreno de juego. Minutos después, el himno nacional fue cantado con el alma por los colombianos que  asistieron al escenario.
Inició el juego, los minutos comenzaron a pasar y Colombia no pisaba el área contraria. Senegal, con una escaramuza de Sadio Mané, estuvo cerca. Pero la fe seguía intacta en las tribunas, pues los hinchas no dejaban de alentar a la tricolor.
Pero los primeros 45 minutos no fueron buenos para Colombia. James Rodríguez tuvo que abandonar por lesión a los 30 y entonces la incertidumbre comenzó a reinar en el Cosmos Arena.
Los colombianos esperaban que sus jugadores salieran en otra tónica en la segunda parte. El empate los estaba dejando por fuera del Mundial. Había que arriesgar, ir con todo, buscar el gol que nos permitiera pasar a octavos.
A los 59 minutos, Polonia le marcó un gol a Japón, lo derrotaba 1-0, ese resultado metía a Colombia siempre y cuando empatara. Entonces, el bullicio en el estadio fue total, las muestras de apoyo se dieron en más escala, la hinchada empujaba y empujaba.

El cabezazo de Mina
Los jugadores querían clasificarse con méritos propios y en una muestra de coraje y corazón así lo hicieron.
A los 73 llegó el gol y el público lo cantó con el alma. Yerry Mina se levantó por los aires y otra vez dijo presente para el 1-0 que significó una locura colectiva en el Cosmos Arena.
El resto del juego, Colombia lo controló con inteligencia y redoblando esfuerzos físicos porque sabía que solo así podría aguantar ese resultado.

Al final, los colombianos se abrazaron unos con los otros: el costeño con el paisa; el rolo con el santandereano y el valluno con el pastuso. 
Sí. 36 mil colombianos en el estadio de Samara y una nación entera celebró con júbilo el pase a los octavos de final.  ¡Viva Colombia!