Bélgica mandó de regreso a casa al gigante Brasil

Selección Bélgica

Los belgas quieren superar lo hecho en México 1986 cuando lograron ser terceros del Mundo. // EFE


CARLOS CABALLERO

Vie, 07/06/2018 - 17:37


12 horas en tren de Moscú a Kazán para ver jugar a Brasil y Bélgica, dos de los gigantes del Mundial de Fútbol de Rusia que buscaban su paso a semifinales.  Partido de pronóstico reservado, que por supuesto, con Colombia eliminada, había que verlo. 

En el Kazán Arena, en el mismo escenario en que los ingleses nos superaron en penales,  se medían nada menos que Neymar y su comitiva  encabezada por Coutinho, Paulinho y Gabriel  Jesús ante la sorprendente  Bélgica de Hazard,  Lukaku, Courtois y Fellaine. 

En el escenario, majestuoso por cierto,  desde el principio hubo una fiesta  comandada siempre por la torcida de Brasil, que en gran número hizo presencia en las graderías con el amarillo y verde.

Y Thiago Silva, tras tiro de esquina levantado por Neymar, la estrelló contra el pórtico en el primer asomo de Brasil, en una acción que enloqueció a la hinchada, que segundos después  tuvo que apretar los dientes con  el contragolpe de Lukaku. De inmediato supe que se presenciaría un buen juego. 

El primero en celebrar fue Bélgica, que con buenas armas de ataque no se escondería. En un tiro de esquina, Fernandinho cabeceó en su propio arco y Allisson no pudo hacer nada para el 1-0 a los 13 minutos. Sí.  golpe al mentón para los pupilos de Tite. 

Pasaban los minutos y se esperaba la reacción de Brasil, con su capo Neymar, pero el público se deleitaba con las genialidades de Hazard.

Lukaku se inventó una jugada a los 32, eludió a varios defensores, cedió claro para Kevin De Bruyne, quien remató fuerte a un costado para el 2-0.  Otro mazazo. Así terminó el primer tiempo. 

Brasil saldría  el complemento más decidido, consciente que si no cambiaba de actitud se iba de la Copa Mundo. Adelantó líneas, jugó más su fútbol y a los 60 minutos incomodaba a Bélgica. 

Brasil  descontó a los 75. Coutinho se la puso como con la mano a Renato, quien de cabeza puso el 2-1. El juego estaba vivo.

Había aroma de gol brasilero en el estadio, Bélgica debería hacer mucho más para asegurar el triunfo. La torcida volvió a la vida y no paraba de cantar, alentaba a Brasil, que no quería irse de la Copa. 

Pero pasaron los minutos y el astro Neymar y su banda no pudieron brillar más, se apagó la luz,  su historia ya había  terminado en Rusia.

Suramérica se había quedado sin representantes y los belgas, que hicieron méritos, celebraban como niños en el terreno de juego. 

A las afueras del estadio ningún brasilero quiso hablar, no podían creer la eliminación, no podían creer que Ney otra vez se iba del Mundial sin pena ni gloria...