James, de principito a rey de nuestro fútbol

Carlos Caballero V.
FORTALEZA, BRASIL
7 de Julio de 2014 07:32 pm
  • James Rodríguez, la gran figura de Colombia en el Mundial. // AFP

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James pasó de ser el principito a rey de reyes del fútbol colombiano. No se diga más, es así.

No se le puede dar un menor valor luego de ser el goleador del Mundial y el crack que con su fútbol opacó a Neymar (Brasil), Messi (Argentina), Robben (Holanda) y algunos otros más que se fueron de la cita orbital con el rabo entre las piernas, como el actual Balón de Oro, Cristiano Ronaldo, que tuvo una paliducha campaña con Portugal.

James es James. El número 10 es extrañado por los aficionados del Mundial, esos que quedaron enmaravillados con el fútbol del joven de 22 años, que hoy tiene a los magnates de los distintos clubes con calculadora en mano, revisando cuentas y viendo cómo pueden hacerse los servicios del jugador del Mónaco, el jugador más apetecido del momento en todo el planeta.   

Seis goles en cinco partidos, varias asistencias con clase y el sello de un jugador ya curtido y listo para deslumbrar a cualquiera hacen que sea considerado por aficionados y medios de comunicación de distintos países como la gran figura del Mundial de Brasil 2014.

 Colombia celebra el nacimiento de un crack. Está de boca en boca, todos hablan bien de él, de su fútbol, de sus goles, de su talento, de su técnica y de su zurda prodigiosa.

Ya Pelé y Maradona, los dos más grandes futbolistas de todos los tiempos, se despacharon en elogios. Y después de ellos se han recogido conceptos de varios jugadores de renombre que participaron en el Mundial y ninguno lo baja de genio.

Es verdad que El 'Pibe' Valderrama abrió el camino, clasificó a tres mundiales, le dio identidad a nuestro fútbol y, por todo eso, aún será recordado con cariño. Así debe ser. Gracias, Pibe. 

Pero hablemos claro: James tocó techo en la historia de nuestro fútbol. No es un elogio desmedido. No. Los números y sus actuaciones ratifican, lejos, que dejó de ser principito para convertirse en el gran rey del balompié nacional.