En Brasil todo el mundo habla de Colombia, del buen fútbol que practica la selección de José Pékerman y la alta posibilidad que tiene de dejar hoy en el camino al cinco veces campeón de los mundiales.
Boge Dimorá, un taxista de 53 años, se ha dejado seducir por el buen juego de Colombia. "Soy brasilero, quiero que gane Brasil, pero la verdad es que hoy no está bien. Veo bien a Colombia", asegura.
Como buen brasilero sabe de fútbol y maneja incluso estadísticas. "Colombia nunca le ha ganado a Brasil de visitante y para mí podría estar bien cerca de lograrlo".
Remata diciendo que "Si Colombia no le gana a Brasil ahora nunca lo hará. Mi selección depende de un solo jugador (Neymar), esto no puede ser, antes no sucedía así porque habían varios cracks en la cancha. Ahora solo está uno", repite lamentándose.
Así como Dimorá hay una gran mayoría de brasileros que no ven a su selección nacional sólida en esta cita orbital.
El brasilero no traga entero, ha visto mucho fútbol y teme que la tropa anfitriona, ante la calidad del rival, pierda la batalla. Ese es el sentir de muchos aficionados, que de corazón acompañan a su selección, pero que no tapan la realidad que ha mostrado este Mundial.
Por primera vez, Colombia se ganó el respeto de verdad del gigante Brasil. Ya no nos mira por encima del hombro, está incómodo, sabe que si medio se duerme la tricolor le hace su fiesta de despedida en el estadio de Fortaleza.
