Mucho se ha hablado de que la nueva cinta del mexicano Alejandro González Iñárritu es el reflejo exacto de la carrera de Michael Keaton, su protagonista, al presentar a un actor que vivió su gloria interpretando a un superhéroe pero que tras décadas en el olvido se impone el reto de hacer un drama en el teatro de Broadway. Para el mexicano su melodrama va más allá.
"Esta es una película muy personal en el sentido de que fue una absoluta oportunidad de probar mi propio ego, evidentemente, yo no me estoy burlando de nadie más que de mí mismo", dijo el viernes en conferencia de prensa en la primera jornada del Festival de Cine de Morelia, previo a la función de gala de su película.
"Me parece que todos los seres humanos en ese sentido somos patéticos y adorables, porque no hay nadie que no necesite la validación, todos la necesitamos", agregó sobre las motivaciones que tiene su personaje Riggan, quien escucha la voz de Birdman, el hombre pájaro al que interpretó, juzgándolo en todo momento.
El principio de la película, dijo, fue precisamente explorar el proceso de la autocrítica por el que pasan todos durante el proceso de creación.
"Mi proceso creativo no solamente tiene a un hombre pájaro, sino un ave de rapiña, donde siempre está inconforme, nunca está satisfecho, siempre lo podría hacer mejor y 20 minutos después te dice está increíble, y 20 minutos después: `imbécil, esto es una mierda"', dijo.
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