Este martes la Corte Constitucional tomó una importante decisión al tumbar la potestad del Gobierno Nacional, en cabeza del Ministerio de Minas y Energía, para fijar el precio de referencia de los combustibles.
La Sala Plena de la Corte acogió las pretensiones de la demanda que presentó el joven abogado Camilo Araque, y quitó la herramienta legal que tenía el Gobierno para aumentar los costos del combustible.
Con 28 años, Araque, abogado especialista en Derecho Administativo, señaló que hasta que la Corte no expida la sentencia definitiva (en unos dos meses), el costo del combustible puede seguir siendo modificado por el Ejecutivo.
-¿En qué consistía la demanda?
Es una demanda de inconsitucionalidad en contra del Literal C del artículo 101 de la Ley 1450 de 2011 que le otrogaba una facultad administrativa al ministro de Minas y Energía para que fijara unilateralmente el precio de los combustibles que se le cobra a los usuarios en el país.
A mi juicio, desde la demanda, consideraba que esa facultad era contraria a la Constitución porque se estaba creando un tributo mediante un acto administrativo, y bien es sabido que los tributos solo se crean a través de una ley. Palabras más, palabras menos, el Ministro no es quien debe fijar el precio de los combustibles sino los órganos de representación popular.
-Y ayer la Corte le dio la razón…
Sí. La Corte reafirma que el Ministro no puede, como si fuera omnipotente, fijar el precio unilaterlamente a su antojo porque eso es lo que está ocurriendo. Si el ministro se despierta con la idea de ponernos el galón a 30 mil pesos, lo puede hacer porque él es el competente. Yo creo que con esto se alteraba por completo las demás cargas fiscales de los tributos como el IVA y la Sobretasa.
-¿Cuál sería la consencuencia lógica de esta decisión?
Ahorita ya están surgiendo unas opiniones suspicaces en torno a la decisión de la Corte. Están diciendo que si en Siria se desata la guerra, entonces se dispara el barril y el galón va a costar 20 mil pesos. Eso no va a suceder porque hay un Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles que tiene unos dineros ahorrados y, de manera que suba vertiginosamente o de manera intempestiva los precios internacionales, tendrá que actuar el fondo.
-Usted se inclina entonces en fijar el precio de acuerdo al precio internacional…
Guíemosnos por el precio internacional como ocurre con los demás precios y servicios. Por ejemplo, el dólar, cuando sube, nosotros nos vemos perjudicados y los importadores beneficiados y, cuando baja vemos los efectos favorables del mercado. En combustibles nunca ha sido así, cuando sube, sube el precio y cuando baja, nos dicen que tenemos que ahorrar y meter ese dinero al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles
-¿Cuál tiene que ser el próximo paso?
Si el Congreso quiere legislar, lo debe hacer con base en su criterio y en su autonomía. Hasta tanto no lo haga, nos tenemos que guiar por la oferta y la demanda. La economía solo puede ser intervenida en virtud de una Ley.
-¿En este momento, hoy, el Gobierno puede subir el precio de la gasolina?
Claro. Hasta que no haya sentencia de la Corte, el Ministro puede hacer lo que quiera. No quiero llamar a engaños, no quiero que digan que “el accionante faltó a la verdad”: hasta que no haya sentencia y esté notificada, puede seguir ocurriendo lo que está pasando.
-Esa sentencia se conocería en unos dos meses. ¿Qué pasará con el precio desde esa fecha hasta que el Congreso legisle?
No, inmediatamente se cae el último decreto y nos tendríamos que regir por el precio internacional de referencia. Ahora también puede ocurrir otra cosa. Que la Corte se demore, no porque quiera sino porque la complejidad lo amerita, en proferir la sentencia. Mientras tanto, el Ministro puede correr al Congreso con un proyecto con mensaje de urgencia y que no haya en la práctica una reducción del precio.
-¿Qué es lo más importante que usted destaca de esta decisión de la Corte?
Lo importante es que pro primera vez se va a discutir en el seno democrático el precio de los combustibles. No será un tema del antojo del Gobierno de turno como viene ocurriendo.
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