Ciclismo


La resurrección de Chris Froome en el Zoncolan le pone picante al Giro

EFE

19 de mayo de 2018 11:51 AM

El británico Chris Froome (Sky) demostró que aún no ha tirado la toalla en el Giro de Italia tras un mal comienzo, sellando con victoria la decimocuarta etapa disputada entre San Vito al Tagliamento y la cima del Monte Zoncolan, de 181 kilómetros, en un duelo espectacular con su compatriota Simon Yates (Mitchelton), quien reforzó la maglia rosa de líder.

Froome, de 32 años, cuatro veces ganador del Tour y de la Vuelta 2017, anunció que seguiría luchando a pesar de perder más de 3 minutos en la general respecto a Yates. Y el líder del Sky eligió el Zoncolan para resucitar, darse un baño de gloria y demostrar que aún no se ha despedido del Giro, a la vez que Yates evidenció que su maglia rosa es muy consistente.

Después de un ataque marca de la casa, tirando de molinillo, a 4,3 kilómetros de meta, Froome ya no tuvo rival hasta la cima situada a más de 1.700 metros, a pesar de que Yates le puso muy cara la victoria siguiéndole sus pasos a escasos metros en el último kilómetro. Finalmente el líder del Sky puso su firma con un tiempo de 5h.25.30.

A 6 segundos cruzó Yates, a 24 Pozzovivo y Miguel Ángel López y Tom Dumoulin, ya pensando en la crono del próximo martes, a 37 segundos. Un paso significativo de Froome, más para su moral que para su puesto en la general, aunque ya es quinto a 3.10 del líder.

La jornada fue positiva para la maglia rosa. Yates ha hecho cuentas y sabe que debe llegar con más tiempo sobre Dumoulin para la pelea contra el reloj, y que 1' 37" puede resultar una ventaja escasa. Pero también ha comprobado que el holandés subiendo no le gana la partida.

Ya es tercero en la lucha por el podio el italiano Pozzovivo, a 1.37, cuarto el francés Pinot a 1.46 y el ecuatoriano Richard Carapaz (Movistar) bajó a la séptima plaza a 3.56.

Un regreso de Froome que celebra el Giro en vísperas de la jornada de montaña del domingo, de la cronometrada larga de 34 kilómetros y de una tercera semana que puede deparar aún muchas sorpresas.

"Tengo una sensación muy especial, algo increíble. Teníamos ganas de lograr esta victoria, importante para el equipo y para mi, que hemos vivido momentos delicados. Hoy era el momento, iba al limite, habíamos reconocido los últimos kilómetros. Me siento muy feliz", dijo Froome en meta.

Una de las etapas más esperadas de la presente edición tuvo su escapada, protagonizada en principio por 7 corredores que poco a poco fueron cediendo a medida que se acercaba el coloso Zoncolan. El último en claudicar fue el italiano Valerio Conti (Emirates), ya en el Zoncolan y coincidiendo con un ataque del español Igor Antón, estimulado por su victoria en tan mítica cima en 2011.

En medio de un ambiente impresionante, con 100.000 personas apasionadas en las laderas del monte convertidas en tribunas naturales, los favoritos empezaron a tomar posiciones desde las primeras rampas para librar una bonita batalla que tuvo en escena a los principales actores del Giro.

El reto no era fácil. 'La Porta del Inferno', situada a la salida de Ovaro, dio inicio a una subida de 10 kilómetros al 11,8 por ciento de pendiente media y rampas de hasta el 23% que alcanzarán la cima a 1.730 metros de altitud tras superar un desnivel de 1.203 metros.

Un escenario grande para los más grandes. Sky lo tenía en su agenda y mostró sus intenciones con Poels marcando el ritmo, neutralizando intentos y probando las fuerzas de los rivales. Tras unos momentos de calma, Poels se apartó y Froome conecto su molinillo. Cabeza abajo, ojos en el potenciómetro y a subir.

Una resurrección del principal favorito en la salida de Jerusalén. Froome se fue solo, abrió hueco y puso en persecución a todos sus rivales. Apuros para Dumoulin, Carapaz, Aru, mientras Yates aguantaba el tipo sin cebarse.

Precisamente la maglia rosa, que vio padecer a Dumoulin en las terribles rampas del Zoncolan, decidió salir por Froome a 3 de meta. Desde entonces una lucha emocionante, pedalada a pedalada. Yates se acercaba, iba a comerse a su compatriota, pero el cuádruple ganador del Tour, que conocía la subida, apretaba los dientes con la fuerza del orgullo acumulado durante tantos meses sin ganar.

Dio la impresión de que la maglia rosa iba a triturar las ilusiones de Froome, pero un último arreón con rabia de Froome le puso en meta brazos en alto, por primera vez en la temporada. Efectivamente, no se ha rendido aún. Y además entró en el grupo de ciclistas con victorias en Tour, Giro y Vuelta. El mensaje fue claro: aún no ha dicho su última palabra en la carrera rosa.

"Es mi primera victoria en el Giro y tengo una sensación muy, muy especial,  además en esta cima tan importante. Es una sensación increíble. Se trata de una subida monumental para el Giro d'Italia. Mi sensación también es especial después de un difícil comienzo de carrera para mí y para el equipo. El equipo me ha apoyado muy bien en estas últimas dos semanas, por lo que obtener la victoria hoy realmente significa mucho", dijo Froome en la línea de meta. "Sentí que ese era el momento porque la carrera iba al límite. Sentí que ese era el momento para irme. Obviamente, hice el reconocimiento aquí y conocía los últimos kilómetros", explicó.

El líder del Sky también se refirió al trabajo de sus compañeros y al duelo final con Yates, quien le pisó los talones en los últimos kilómetros sin lograr alcanzarlo. " El equipo había hecho un gran trabajo y Wout Poels endureció mucho la subida. Luego me persiguió Yates hasta casi la línea, oía que tenia cinco segundos, diez segundos, cinco segundos. No sabía si iba a atraparme o no. Fue un alivio entrar en los últimos 100 metros y escuchar que iba a ganar la etapa", concluyó. 

Este domingo se disputa la decimoquinta etapa entre Tomezzo y Sappada, de 175 kilómetros, jornada de montaña con serias dificultades y final en alto. El coloso del día será el Passo Tre Croci, de 8 kms al 13,5 de pendiente media.

 

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