Cultural


Una trompeta monteriana podría sonar en los Grammy

NIDIA SERRANO M.

18 de abril de 2018 01:58 PM

Cuando la señora Elvia Olascoaga, vecina de Juan Carlos Montiel, sacaba el bafle a la calle, en el populoso barrio de la Granja de Montería, empezó a gestarse, sin imaginarlo, uno de los mejores trompetistas que tiene el país.

Esa música a todo volumen, unida a la vena artística de su familia, se convirtieron en el antídoto para olvidar los problemas y en la fuerza necesaria para buscar en ella, el camino para su verdadera realización, esa misma que lo llevó a participar en un trabajo que está nomimado a los Grammy Latino como mejor álbum de salsa.

Lo que marcó su destino fue su llegada al colegio Inem de Montería. Allí conoció al profesor Ángel Gómez Laguna, quien fue la primera persona en creer en sus habilidades y el primero en ponerle una trompeta entre sus manos.

Desde ese día no se ha separado de ella jamás. La trompeta es la que lo ha llevado a viajar por distintos rincones del mundo, la que le ha permitido estar en tarima con los grandes artistas y la que le permitió consolidar un hogar junto a Mayita Esther Murillo y a sus tres hijos, Juan Camilo, Victoria y Valentina, sus mayores orgullos.

Cuando terminó el bachillerato empezó a estudiar música en la Universidad del Atlántico. Ese era su sueño. Viajó a Barranquilla, pero los recursos no fueron suficientes para ello y le tocó retirarse. Luego lo intentó en Bogotá en la Universidad Antonio Nariño, con los ahorros que había logrado hacer con los toques que hacía en algunas orquestas, pero tampoco fueron suficientes para continuar. Le tocó abandonar los estudios y dedicarse a trabajar para poder sostenerse y para pagar clases particulares con grandes maestros del país y del mundo, entre ellos Danny Jiménez, quien era el trompetista de Héctor Lavoe.

Su trompeta ya sonaba de manera mágica. Eso fue suificiente para empezar a tocar con grandes artistas como Juan Piña y con el paso de los años con Cheo Feliciano, Ray de la Paz, Luisito Carrión, Puerto Rican Power, Rey Ruiz, Maelo Ruiz, Richy Ray and Bobby Cruz, Paquito Guzmán, Ismael Miranda, Adalberto Santiago, Andy Montañez, Tony Vega y Luis Enrique, Wilfrido Vargas, Los Hermanos Lebrón, Ricardo Montaner, Gilberto Santa Rosa, Amaury Gutiérrez, Carlos Vives, Mr Black, Andrés Cepeda, entre otros.

Aventura en Malasia

Montiel jamás pensó que del barrio La Granja de Montería terminaría tocando pop y música latina en Malasia. Era una tierra tan lejana y desconocida, que su vida allá se convirtió en toda una aventura.

Demoró cuatro meses, tiempo suficiente para demostrarse que por su arte no podía sacrificar a su familia. El dinero era suficiente, pero no compensaba la soledad en la que vivía. Fue entonces cuando decidió devolverse a la fría la capital.

Llegó a ser director de la orquesta Los Tupamaros, trabajó con varios artistas, se fue de gira a Europa con los más grandes y empezó a conocerse esa trompeta mágica que sacaba notas clásicas y folclóricas, con la misma facilidad.

Sus días pasaron en medio de trompetas, músicos, aviones, escenarios, fama, viajes y en medio del reconocimiento del público que había visto crecer musicalmente a ese humilde joven monteriano, nacido en un hogar con múltiples necesidades, en el año de 1977.

Cerca del Grammy

Juan Carlos alcanzó su sueño máximo. Con la trompeta puso fin a su pobreza, pero más que eso pudo demostrar a sus amigos que de la música sí se vive y que luchar por los sueños es la máxima de todo ser humano.

Por los afanes del destino decidió devolverse a su tierra natal. Ahora vive en Aguas Negras, zona rural de Montería, donde está en proceso de recuperación del tiempo que la música le robó a su familia.

Desde la calidez sinuana espera noticias sobre la nominación al Grammy Latino hecho al álbum Tributo a la salsa colombiana, hecho por el maestro Alberto Barros, en la que Montiel participó como trompetista.

Desde estas mismas tierras también espera seguir ayudando a que varios jóvenes realicen sus sueños como músicos, especialmente como trompetistas. Visiona una escuela en la que pueda enseñar, en medio de la tranquilidad de la zona rural, el sonido de las notas alegres, en la que pueda regalar trompetas a los más pobres, en la que pueda transmitir todo lo que le tocó aprender en el camino pedregoso, en la que pueda seguir compartiendo con su familia y en la que pueda seguir consolidándose como uno de los más reconocidos del país.

Ya el bafle de su vecina no suena en La Granja, pero gracias a él Juan Carlos Montiel se atrevió a volar, se atrevió a soñar, se atrevió a vivir de la trompeta que un día su profesor Ángel Gómez Laguna puso en sus manos y se atrevió a querer grabar su primer trabajo discográfico como solista con temas de su propia inspiración como La trompeta se divierte.

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