¿Qué tiene esta pintura que nos conmueve con solo verla? Tal vez la riqueza cromática, el retrato humano de nuestros Caribes al pie del mar, el conjunto de paisajes ambulantes y escenas.
No hay una sola pintura de Rosario Heins (Barranquilla, 1957), que no sea el resultado de una persistente investigación y de una curiosidad inagotable.
Esa virtud la ha mantenido joven y fresca frente al tiempo y los universos que elige para sus obras, que provienen del Caribe. La muchacha del Palenque de San Basilio que estaba siempre frente a la puerta de su casa en Barranquilla, llevando el mundo de frutas en su cabeza, fue elegida para sus lienzos.
Rosario no se quedó pintando mujeres de Palenque, sino que hizo el estudio del entorno humano y cultural de estas mujeres. Primero, hizo en 1980, la serie de palenqueras con sus frutas. Luego, hizo las frutas solas en contraste con las palenqueras. Más tarde, una serie de reflejos sobre la palangana, detalles del vestido y los delantales de las palenqueras. Pero tampoco se quedó en esto.
Emprendió otra serie sobre los otros vendedores de ilusiones en las playas de Cartagena, junto a las palenqueras. Los fotógrafos, los vendedores de gafas, chancletas, sombreros, suéteres, salvavidas, globos de azúcar, vendedores de pompas de jabón, ilusionistas del atardecer.
Los protagonistas del rebusque callejero fueron sus invitados, y más tarde, los vendedores ambulantes. Pero antes, hizo una serie sobre los carnavales y las comparsas de negritos pintados. El resultado es un ejercicio creativo sostenido de muchísimos años, en donde ha habido observación, creatividad, ingenio y revelación de escenas cotidianas del ser Caribe. Ese universo Caribe, por supuesto, es algo más que derroche de luz y formas, es también la vida que fluye al pie del mar.
La obra de Rosario Heins ha mantenido en el tiempo su espíritu que la aferra al Caribe. Vive en Francia, pero su espíritu está siempre en este lugar del mundo donde la luz es más intensa y vívida, y donde el sol borra las siluetas del paisaje a las tres de la tarde.
Trabaja el acrílico sobre lienzo, fotografía lo que le interesa y a partir de esas imágenes figurativas, recrea sus pinturas. Su mayor virtud está en la figura humana, en el dibujo, que ha ido enriqueciendo con su manejo del color. No es que Rosario Heins pinte fotografías, es que pinta utilizando la herramienta de la fotografía, una de sus fuentes, pero no es la única. Ella capta instantes que le interesan para su obra pictórica.
El mundo de los flotadores o salvavidas que tanto le impactó al llegar a Cartagena, es una de sus grandes obsesiones en esta serie. Los vendedores del rebusque cotidiano sobreviven vendiendo sus propias ilusiones frente al mar. Hay dentro de ese paisaje humano, otra historia que puede ser contada y pintada.
La vida nómada de los endedores. Desde que salen de casa hasta que regresan. En este Año de Colombia y Francia, la pintura de Rosario Heins cobra una nueva actualidad, no solo porque hoy inaugure su exposición en Cartagena, sino por todo lo que representa ella como artista, luego de más de tres décadas de enriquecer el panorama de las artes en el Caribe y el país.
Epílogo
La artista se encierra en su taller a dibujar las escenas que ha fotografiado. La fotografía que es un arte en sí mismo, no requiere que el pintor haga una reproducción sino una nueva creación. Eso es lo que hace ella. Pintar las escenas del rebusque, abarcando no todo el conjunto de la escena, sino fragmentos que el espectador completará con su percepción.
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