Cultural


La guitarra estuvo de fiesta

REDACCIÓN CULTURAL

13 de octubre de 2015 12:00 AM

Cuando  la israelí Nili Brosh (1988), toca su guitarra, el mundo se estremece. En sus sentidos y en sus emociones. Es un rock duro, lírico, visceral. No  tiene términos medios. Es contundente en la onda expansiva de su rigor técnico y en el poder arrasador de sus emociones.

Es explicable que más allá de su pasión que empezó a sus doce años, su arte sea un destino personal y artístico. Nili da todo en la música. Es cuerpo y alma al borde de los límites y en el desafío  sonoros. A sus diecinueve años su primer video alcanzó ciento ochenta mil puntos.

Esa fuerza creadora le permite alternar con las grandes estrellas y bandas de metal progresivo: Siete la Hardway, Tony MacAlpine, Bjorn Englen y el baterista Aquiles Priester.

En el II Festival Internacional de Guitarra de Cartagena. Nili de 27 años compartió tres  impresionantes composiciones de su álbum Una cuestión de percepción (2014) : Criaturas adaptables, El silencio del sábado y la que da título al álbum. Se puso la camiseta de la Seleccion Colombia y su música atrapó a la audiencia de todas las edades. Fue una de las revelaciones del festival excelso que acaba de culminar en Cartagena.

La guitarra de Dufour

La segunda gran sorpresa de la noche del domingo fue el canadiense Antoine Dufour (1979), que toca su guitarra produciendo efectos percutivos con sus uñas artificiales en cada uno de sus dedos de su mano derecha Suavidad e intensidad, gravedad y sutileza, pero siempre fuerza expresiva y control absoluto de cada movimiento y gesto. Es un artista de los efectos. Sus melodías parecen una caravana que asciende y desciende. Cincuenta millones siguen sus videos espectaculares. En Cartagena nos conmovió con tres de sus canciones:  These moments, Mother, Catching the light.

Otros milagros

Fue una sorpresa conocer el trabajo del joven músico cartagenero Juan Pablo Orozco Urrego, de 27 años, que estudia 8 semestre de música en la U. Pedagógica Nacional. Sus interpretaciones de Joaquín Turina fueron de un dominio magistral y una prueba de su talento.
La obra de David Pacheco (1989), que dijo ser de New Jersey, pero su pieza contagiosa y excelente Patawith. me hizo sentir que es de aquí, del Caribe colombiano. Mucho ritmo, sabor y jazz. La guitarra del cartagenero Ludwing Watts está sobrada interpretando soukous africanos. Extraordinario. Y qué decir del trabajo apasionado y profesional  de Eduardo Jasbón y la destreza artística de Boris Fadul. 

El paroxismo del cierre del festival ocurrió cuando se subió al escenario el artista venezolano Aquiles Báez, que es capaz de reproducir y recrear con las cuerdas de su guitarra el sonido de la lluvia que cae sobre los tejados de su país y el sonido misterioso y lejano de siete campanas en un monasterio africano. Su obra Palo de agua, nos llevó a sentir el teclado invisible y sonoro de la lluvia, el goteo lento y persistente hasta el silencio, desatando la melodía y el ritmo desde la lluvia. Lo mismo su onbra Gotweig: las siete campanas resonaban en la intimidad de la lejanía y nos adentraban en el misterio del monasterio. ¡La guitarra estuvo de fiesta! ¡Sublime festival!

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS