Por donde se le mire Héctor Rojas Herazo(Tolú,1921-Bogotá, 2002), es un creador total, con una obra abrumadora en las artes y las letras de Colombia.
Su aporte triple a la poesía, la novela y el periodismo, son contundentes, al igual, que su contribución a las artes plásticas.
El genio de Rojas Herazo, nacido el 12 de agosto de 1921 en Tolú, Sucre, fue decisivo en la etapa formativa del genio de García Márquez.
Los dos escribieron en la página cuarta del diario El Universal, en 1948, hace setenta años, las dos mejores columnas de opinión del periodismo regional, que eran en verdad, crónicas en el formato de columnas.
Llegaron a tal grado de complicidad y hermandad creadora, que coincidían en las temáticas de las columnas, y en una ocasión, cometieron la travesura de intercamiar con los nombres trocados sus propias columnas.
Ocurrió una vez en que la columna de García Márquez fue escrita por Rojas Herazo y la de Rojas Herazo, escrita por García Márquez.
Fue la época en que Rojas, junto a Clemente Manuel Zabala, Domingo López Escauriaza y Gustavo Ibarra Merlano, le inventaron un poeta a García Márquez para que saliera del embrujo de los poetas de Piedra y Cielo, que había idolatrado en el Liceo Nacional de Varones, entre 1943 y 1946, en Zipaquirá.
El capitán del piedracelismo: Eduardo Carranza fue quien publicó en El Tiempo los primeros poemas de García Márquez, cuando se firmaba Javier Garcés, entre 1946 y 1947, unos poemas románticos que emulaban las metáforas ingrávidas y marinas de los piedracelistas.
La invención fue pedagógica y sutil porque terminaron involucrando al mismo García Márquez: inventaron un poeta: César Guerra Valdés, un poeta nicaragüense de avanzada como Rubén Darío, que vendría a hacer un recital a Cartagena.
Rojas inventó su biografía y los poemas que se publicaron en El Universal.
Clemente Manuel Zabala hizo el editorial sobre la presencia del poeta invisible a Cartagena.
Gustavo Ibarra Merlano publicó la entrevista con el poeta ficticio, en el que César despotricó contra los piedracelistas colombianos como poetas anacrónicos y rezagados a la poética universal, y se refirió a poetas trascendentales como Walt Whitman, Pessoa, Eliot, Edgar Lee Masters, que el mismo García Márquez no había leídos al llegar a Cartagena en 1948.
La travesura del poeta inventado sirvió para que García Márquez se conectara con la poesía universal desde Cartagena. Al final, la ciudad esperó la llegada del poeta. La frustrada llegada también fue inventada.
Poesía y novela
Rojas Herazo publicó tres novelas esenciales en la narrativa colombiana de este siglo: Respirando el verano, 1962, En noviembre llega el Arzobispo, 1967, y Celia se pudre, 1985.
Autor de seis poemarios: Rostro en la soledad, 1951, Tránsito de Caín, 1952, Desde la luz preguntan por nosotros, 1954, Agresión contra las formas del ángel, 1961, y Úlceras de Adán, 1996, Candiles en la niebla, 2006.
Tres antologías personales Poemas antológicos (1993), La casa entre los robles(1997) y Las esquinas del viento(2001).
Premios
Héctor Rojas Herazo ganó el Primer Premio en el Salón Nacional de Pintura, en Cúcuta, en 1961. Premio Nacional de Novela Esso, 1967, con su novela En noviembre llega el arzobispo. Premio Nacional de poesía José Asunción Silva en 1999.
Doctor Honoris Causa de la Universidad de Cartagena, 1997.
Medalla del Congreso de la República. Medalla ProArtes al Mérito Literario, 1995 y 1998 (Cruz de Boyacá)
Homenaje a su obra literaria por la Universidad de Antioquia, 1998. Honor al mérito Universidad Santo Tomás de Aquino en su IV Centenario, Vida y obra, 2000
Su aporte al periodismo
Su obra periodística reunida en 2003, en dos tomos Vigilias de las lámparas y La magnitud de la ofrenda (compilación y prólogo del fallecido escritor e investigador Jorge García Usta), marcó un destino en el periodismo narrativo y poético en el Caribe colombiano y el país.
Desde sus veinte años se inició como periodista, publicando unos textos bellos y deslumbrantes, en los que conjugaba la visión del narrador, poeta y ensayista, con un tono a veces, matizado una gracia poética barroca. El Relator de Cali, El Liberal de Bogotá y La Prensa, El Universal de Cartagena, y El Heraldo de Barranquilla.
Leer esas columnas es descubrir cómo Rojas Herazo delineó personajes para sus novelas y captó atmósferas comunes y compartidas con García Márquez.
Un privilegio para la historia del periodismo, que en una misma sala de redacción de El Universal, hayan creado universos personales: García Márquez y Rojas Herazo: Macondo y Cedrón, se delinearon aquí.
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