Cultural


El tatuaje, un arte y estilo de vida que va más allá de la piel

COLPRENSA

12 de noviembre de 2017 08:26 PM

“El tatuaje para mí representa arte, libertad. Sobre todo libertad, porque es el punto desde donde parte todo. Para amar tienes que ser libre, para hacer lo que te gusta también”, dice Marcos Silva, tatuador de Portugal invitado a la Undécima Convención de Tatuadores en Bogotá.

Como él fueron cientos de personas amantes de este arte los que se dieron cita desde el viernes pasado hasta este domingo en este evento que cada año toma más fuerza. En la Convención se realizaron diferentes actividades en torno al mundo del tatuaje.

Era frecuente ver personas caminando por el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, mientras exhibían obras fijadas en sus cuerpos. Algunas recién hechas y otras viejas pero que mostraban a través de los tamaños, colores y gustos la identidad de quienes las portaban. La música era el complemento perfecto para este ambiente en el que se escuchaban los ruidos de las máquinas que simultáneamente imprimían sus tintas a diferentes personas que habían ido para ser tatuadas por reconocidos exponentes de este género artístico.

El primer tatuaje de Marcos fue la imagen de tres mundos en movimientos que representan la trilogía de los colores cálidos, fríos y medios. La energía para él. Se lo hizo cuando tenía 21 años y era un muchacho tímido e introvertido pero con una gran pasión por el dibujo.

“Tenía claro que no quería ser Ingeniero, Matemático o Doctor. Mis padres no lo entendían pero yo sentía algo interior que me decía que ese no era mi camino, aunque no sabía cuál era en ese momento”, afirma Silva.

Un africano, quien hoy es uno de sus mejores amigos, fue el que le plasmó ese dibujo de los tres mundos en movimiento en el abdomen. Fue él la persona que más adelante lo ayudó a incursionar en mundo del tatuaje y del que nunca se irá.

Cuenta Marcos que ese día se sintió diferente. “Caminaba por la calle y me sentía distinto. Era un gran dolor, casi como un trauma, pero a la vez, nacía una relación distinta con el dolor. Me sentía grande, fuerte y sentía que así me percibían las personas, pese a que nadie sabía que debajo de mi camiseta llevaba un tatuaje recién hecho”. 

Luego de eso, se decidió a mostrar sus dibujos de años a su tatuador y de ahí no ha parado de aprender cada día para mejorar la técnica y plasmar verdaderas obras de arte en los cuerpos.

“La gente no ve lo que hay detrás, no ve por ejemplo, que muchas veces nos pasamos las noches en blanco dibujando un tatuaje, esforzándonos, estudiando anatomía, arte, porque eso es, arte”, agrega Silva.

Para Lorena Bahamón Jurado, de 24 años, y que tiene en el mundo del tatuaje dos años, plasmar sus dibujos en el cuerpo de alguien es una terapia de relación, una manera de canalizar los problemas de la vida, un compromiso y sin duda alguna, un arte.

Su primer tatuaje se lo hizo a los 15 años y desde ese momento no ha dejado su fascinación por ellos ni su lucha para tener un lugar en ellos. “Por ser mujer ha sido difícil porque nos ven muchas veces como que las cosas nos salen fácil o no confían en nosotras o simplemente dicen que los clientes llegan más que por nuestro trabajo, porque quieren coquetearnos”.

Elena Patricia Herrera, una de las asistentes a la convención,  es otra mujer amante de los tatuajes y pese a que fue la primera vez que asistió a un evento como este, le gustaría hacerse otro.
Para ella tatuarse es “una expresión, una forma de adornar tu cuerpo con cosas que no sean joyas ni nada, sino que estén directamente en tu piel. Por eso los llevo y me decidí a hacerme otro, solo que no acá porque hay mucha gente viendo”.

Sebastián Camelo, tatuador y asistente  al evento, ve este oficio como una forma de vivir. “Es la manera en la que me puedo expresar y sentir que vivo. Me gusta hacerme piezas grandes en mi cuerpo. Pero empecé a hacerlos hace aproximadamente un año y medio. Creo que  a través de ellos me reflejo”.

Otro de los que empezó desde hace poco pero que fue invitado a mostrar su trabajo en el evento fue Nicolás Maldonado, quien lleva seis años dedicado a este oficio.

“Para mí el tatuaje es arte, cuando tatúo, siento felicidad. Es lo que más me gusta hacer en la vida y cada vez que hago uno, intento hacerlo más artístico y mejor que el anterior, No me imagino mi vida sin  hacer esto”, agregó Maldonado.

La primera vez que Maldonado tatuó a alguien fue a su hermano. Le hizo una estrella, que para su concepto, "es muy fea", pero que su hermano no quiere borrar porque tiene un gran significado y la considera "bonita".

El problema, dice Nicolás, es que la mayoría de tatuadores deben aprender de forma empírica porque no hay muchas academias que se dedique a enseñar las técnicas de arte. “Yo aprendí tatuando y viendo a los demás. Poco a poco, porque siempre me gustó el dibujo”.

Para la mayoría de los tatuadores que asistieron a la convención, dedicarse a este oficio va más allá de cobrar por plasmar sus trabajos en cuerpos, es una creación en la que dejan parte de lo que son.

“Tengo una relación muy estrecha con los tatuajes y no creo que sea un trabajo, son creaciones que me permiten ser auténtico, libre”, concluye Silva.

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